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Agua que da luz
Por ComexPerú / Publicado en Julio 17, 2017 / Semanario 899 - Actualidad
Actualmente,
constituye una tendencia global educar a la población, a la vez de promover y
facilitar, sobre el uso racional y sostenible de los recursos naturales, según
lo señala el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Al
respecto, dado que el uso de las fuentes de energía tradicionales, como los
combustibles fósiles, contribuyen a aumentar las emisiones de CO2,
lo que se impone es buscar y utilizar fuentes de energías más limpias. En ese
sentido, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el parque de
generación de energía hidroeléctrica, solar, eólica y mareomotriz ha crecido en
más del 86% respecto de 1990. Sin embargo, por sus características de alta
variabilidad y dificultad de almacenaje, estas energías no pueden ser
utilizadas como única fuente generadora, con excepción de la
hidroeléctrica.
Según
la ONU, en 2015, el parque de generación hidroeléctrica en Sudamérica era del
54.6%, frente al 19.4% del promedio mundial. En el caso peruano, se cuenta con
recursos y una geografía particular que facilita el desarrollo de la
hidroenergía, gracias a la cordillera de los Andes; de ahí que, según el Comité
de Operación Económica del Sistema Interconectado Nacional (COES), la energía
hidroeléctrica haya representado, en 2016, un 47.6% del total de producción de
electricidad del Sistema Eléctrico Interconectado Nacional (SEIN). Sin embargo,
esta solo representó un 10.6% del total de producción de energía primaria en
2015, mientras que el gas natural representó un 65.5%, según el Ministerio de
Energía y Minas.
Según
el Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (Osinergmin), las
principales hidroeléctricas en el Perú son el Complejo Hidroenergético de
Lagunillas, que opera en el río Mantaro, con una capacidad de 1,265 MVA[1];
la Central Hidroeléctrica Cañón del Pato, con una capacidad de 150 MVA; la
Central Hidroeléctrica de Machu Picchu, con una capacidad de 120 MVA; y la
Central Hidroeléctrica Cheves, con una capacidad de 200 MVA. Respecto de la
Central Hidroeléctrica del Mantaro, esta se posiciona entre las seis
principales centrales hidroeléctricas en el mundo y es la cuarta en Sudamérica (aunque
su capacidad sea un 4.5% de la capacidad de la presa de las Tres Gargantas, en
China). Por consiguiente, su aporte representa más del 35% del total de energía
hidroeléctrica en el Perú.
La
evidente importancia de esta central hidroeléctrica, dada la fortaleza y el
potencial hidroenergético de nuestro país, se
refleja en la necesidad de su ampliación, con el objeto de alcanzar una
producción aproximada de 603 MVA adicionales de capacidad. Asimismo, resultan
igual de importantes una serie de proyectos que se encuentran en la cartera de
ProInversión, como la nueva Central Hidroeléctrica de Molloco, con una
inversión estimada de US$ 600 millones y una capacidad de 350.7 MVA, que
iniciaría operaciones en 2020; y la Central Hidroeléctrica Curibamba, con una
inversión de US$ 577 millones y una capacidad de 200 MVA, que se espera empiece
a operar en 2021.
Impacto de la energía
hidroeléctrica
Una
de las principales motivaciones para promover un mayor uso de energía
hidroeléctrica es su impacto en el medio ambiente. Aunque se arguye que las
centrales hidroeléctricas tienen un efecto negativo, puesto que generarían
desplazamientos de los habitantes de las zonas anegadas, reducirían la
biodiversidad y cambiarían algunos tipos de microclimas, esto resulta
considerablemente menor que el del uso de combustibles fósiles. Incluso, el gas
natural, que es el combustible fósil menos contaminante, tiene un impacto
negativo, dado que emite 58 kg CO2/Gj, que es un 40-50% menor que
las emisiones del carbón y un 25-30% menor que las del combustóleo, según el
Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital de España.
Al menor impacto sobre el medio ambiente se le añade un mayor beneficio económico, puesto que aprovechar el agua de manera responsable puede ayudar a suministrar electricidad a millones de personas donde la falta de energía es grave. Como señala el Banco Mundial, el suministro de electricidad estable y asequible también es fundamental para poner fin a la pobreza extrema e impulsar el crecimiento económico.
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