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¿Cartón universitario, chamba segura?
Por ComexPerú / Publicado en Septiembre 26, 2016 / Semanario 862 - Actualidad
Para muchos jóvenes, la educación superior constituye la mejor
herramienta para asegurar la estabilidad económica de su futuro. Sin embargo,
pese a que en los últimos 40 años la oferta universitaria pasó de un 20% a un
40% de cobertura, muchos egresados universitarios y de institutos técnicos
enfrentan dificultades para insertarse en el mercado laboral, de manera que
desarrollen las capacidades aprendidas durante su formación y perciban una
remuneración a la altura de sus expectativas.
Las causas de esto van más allá de un mercado laboral poco conectado con
el sistema educativo, que contribuyó a generar una tasa de subempleo del 48% en
2015, la mayor registrada según cifras del Ministerio de Trabajo y Promoción
del Empleo. Esta situación se debe también a la baja calidad en el grueso del
sistema educativo superior peruano, y es que tan solo un 20% de jóvenes
provenientes de hogares de ingresos medios-bajos, según datos de la Encuesta
Nacional de Hogares (Enaho) 2015, logran acceder a una educación superior; la
cual, en muchos casos, se da en instituciones no acreditadas, con deficiencias
en infraestructura, entre otras características.
Según estimaciones del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), el
impacto del crecimiento económico del Perú sobre la tasa de ocupación de la
población económicamente activa (PEA), a través de una mayor demanda laboral de
las empresas, es de 0.4. Es decir, un crecimiento anual de un 1% del PBI
generará que la PEA ocupada aumente un 0.4%. Ahora bien, según cifras de la
Enaho, de 2006 a 2015, la PEA ha crecido anualmente en promedio un 2%. Así, se
necesitaría que la economía crezca a un ritmo del 5% anual para que, en teoría,
la tasa de ocupación de la PEA vaya al mismo ritmo que el número de jóvenes que
se insertan año tras otro al mercado laboral.
Como sabemos, este escenario dista mucho de la realidad, ya que, en
primer lugar, la economía pasa actualmente por un periodo de desaceleración y,
dadas las proyecciones revisadas del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP),
el crecimiento del PBI sería del 4.3% para 2016 y del 4.5% en 2017. Por otro
lado, actualmente tan solo un 28% de la PEA se encuentra efectivamente ocupada
y el crecimiento promedio de la PEA ocupada (1.7%) ha estado muy por debajo del
crecimiento de la economía (4.8%) durante los últimos 5 años.
Entre los 4.6 millones de peruanos con trabajo en Lima Metropolitana,
tan solo un 24.4% cuenta con educación superior universitaria. Esta cifra es
resaltante, puesto que representa un 49.7% de la PEA a nivel nacional que
cuenta ya con estudios universitarios.
De acuerdo con el Índice Global de Innovación 2016, realizado por la
Universidad de Cornell y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Perú
se ubica en el puesto 60 de 128 países en lo que a calidad de la educación
terciaria se refiere. Asimismo, el ranking
de competitividad global, elaborado por el Foro Económico Mundial, ubica al
Perú en el puesto 108 de 151 países en cuanto a la colaboración entre
universidades y sector privado para la investigación y el desarrollo (I+D). De
esta manera, vemos que el sistema educativo universitario peruano se encuentra
rezagado y los alcances y beneficios de una educación superior de alto nivel
aún son esquivos para gran parte de la población peruana.
Según datos de la Encuesta Nacional de Egresados Universitarios,
elaborada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en
promedio, 92.2% de los egresados de las universidades públicas y privadas de
Lima tiene un empleo relacionado con su carrera, mientras que en el caso de los
egresados de universidades de los distintos departamentos, este promedio baja a
82.5%. De la misma manera, el ingreso promedio mensual de los egresados de
universidades limeñas supera los S/ 2,500, frente a los S/ 1,854 de ingreso
promedio para el segundo grupo, lo que muestra el desfase de la calidad
educativa superior fuera de la capital.
Por otro lado, a pesar de que las mujeres egresadas de universidades
públicas y privadas perciben un ingreso promedio mensual de S/ 1,939 (24.9%
menor al de los hombres), según esta encuesta, 60.3% de ellas están realizando
o han realizado estudios de posgrado, frente a un 39.7% de los hombres.
Un aspecto resaltante es que tan solo un 40% de universidades públicas
cuenta con certificaciones internacionales y de gestión de la calidad (ISO),
frente a 82% por parte de las privadas. Asimismo, un 26% de las primeras tienen
suscrito convenios o alianzas universitarias internacionales, frente a 68% de
las del segundo grupo. Este aspecto influye en gran parte en la calidad
educativa que brindan y muestra que persisten grandes diferencias en cuanto a
la enseñanza en el país.
Ante esta situación, se debe buscar que todas las
instituciones educativas, tanto universitarias como técnicas, cumplan con
estándares de calidad que permitan a los futuros egresados desarrollarse
económica y profesionalmente. Solo así se logrará equiparar las exigencias del
mercado laboral moderno con la calidad de los profesionales peruanos; y la
educación pública y la privada podrán competir de igual a igual en favor de los
jóvenes que se insertan con altas expectativas al mercado laboral.
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