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¿China y el nuevo orden mundial?
Por ComexPerú / Publicado en Noviembre 28, 2016 / Semanario 870 - Comercio Exterior
Durante
la semana de la Cumbre APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) 2016,
una de las principales discusiones giró en torno al nuevo contexto mundial que
se avecina debido a las políticas que adoptará EE.UU. tras asumir Donald Trump
la presidencia de ese país, y que lo alejarían de la importante posición que
ostenta dentro del marco de las inversiones trasnacionales, el comercio
internacional y el desarrollo de la globalización.
Como
resultado, se empezó a hablar de otros países que empezarían a ganar más
protagonismo en la dinámica económica global. El énfasis recayó en el papel que
tendrá China (cuya delegación fue, sin duda, la más grande dentro del APEC CEO
Summit), que a través del discurso de su presidente, Xi Jinping, reafirmó su
compromiso de seguir empujando hacia adelante la globalización económica y su
deseo de que la región Asia-Pacífico continúe abriéndose al mundo.
¿Qué
rol ocupa China actualmente? De acuerdo con el Foro Económico Mundial (WEF, por
sus siglas en inglés), a nivel global, China es la segunda economía más grande,
detrás de EE.UU. Desde 2010, es el primer país exportador y el segundo
importador más grande de mercancías del mundo, además del quinto exportador y
el tercer importador de servicios comerciales. Según la Policy Support Unit del APEC, China representó en 2015 un 26.4% de
las exportaciones totales de la región y un 17.1% de las importaciones totales.
A su vez, fue el tercer país que más inversión extranjera directa (IED) recibió
en la región (14.4% del total) y también el tercero que más IED generó (15.5%
del total).
En
cuanto a su relación con el Perú, nuestras exportaciones al país asiático en
2015 fueron US$ 7,411 millones (+5.1% con respecto a 2014), en las que sobresalieron
los envíos de minerales de cobre, minerales de zinc, y de harina, polvo y pellets de pescado (ver Semanario
N.° 860). En lo que respecta a la IED procedente
de China en nuestro país, esta alcanzó en 2015 un total de US$ 208.1 millones y
se destinó principalmente al sector minero (75% del total) y al sector
financiero (24%), con una pequeña parte para el sector comercio, según
ProInversión.
Un
cambio sustancial
Como
mencionamos en un inicio, mucho se ha hablado del nuevo rol de China. No son
pocos los que ven al gigante asiático como aquel que llenará el espacio que
EE.UU. dejaría, y la idea de que los países en desarrollo y que más buscan
crecer centren toda su atención en el gigante asiático está ganando fuerza. Sin
embargo, debemos advertir que los cambios que viene experimentando la economía
china, y que se consolidarán en los años futuros, no ratifican necesariamente
dicha afirmación.
Esto
se desprende de su conocido Plan Quinquenal, un documento guía que explica las
directrices del crecimiento en China para los próximos cinco años. La última
versión, el Plan Quinquenal 2016-2020, explica claramente que su viejo modelo
de crecimiento ha caducado y que ya no es posible seguir creciendo a partir de
él. Según un reporte elaborado por la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE), en el que se evalúa este nuevo plan, el modelo
que se está dejando de lado consideraba un crecimiento basado en la inversión y
la formación de capital físico. El sector construcción y las industrias de
cemento, acero, hierro, refinamiento, entre otras, fueron los motores del gran
crecimiento iniciado en 1970, y generaron tres décadas continuas en las que
China creció a una tasa anual promedio del 10%. Estas industrias impulsaron la
demanda de las materias primas, lo que permitió los denominados “súper ciclos”
de commodities, de los cuales países
como el nuestro se han beneficiado tanto.
Ahora,
la OCDE y el Plan Quinquenal 2016-2020 informan que estos motores están
estancados, pues los retornos a la inversión se han reducido significativamente
y gran parte de los sectores e industrias mencionados presentan un exceso de
capacidad y poca productividad. Así, en 2015, China creció a su ritmo más bajo
desde 1990, según el WEF, y el primer trimestre de 2016 el PBI real chino se
incrementó un 6.7%, por lo que se ha decidido realizar un rebalanceo de la
economía, enfocado en sectores como manufacturas, tecnología (internet,
robótica, biotecnología, tecnologías digitales) y, el más importante,
servicios, que ya en 2014 representaban un 48% del PBI de ese país. En
consecuencia, el nuevo motor del crecimiento chino será la búsqueda de
productividad en los sectores antes descritos, y pondrá su atención en la
innovación, la creación de conocimiento productivo en las empresas, el
emprendimiento, etc. Como resultado, se espera que el consumo interno se
dispare y alimente la actividad económica.
¿Qué
significa toda esta transformación? Pues que el crecimiento de China tendrá sus
bases en lo interno y que, muy probablemente, dejará de importar la cantidad de
materia prima que compraba en el pasado. No afirmamos que China deje de ser uno
de los países más importantes en cuanto a comercio internacional o IED, pero su
crecimiento centrado en lo interno no arroja muchas luces sobre la posibilidad
de reemplazar a EE.UU. como el “número uno”. Y, claramente, el hecho que
reduzca sus compras de aquello que más le exportábamos, materias primas, es
algo que no podemos ignorar.
Por
tanto, no podemos convertir a China en nuestra absoluta prioridad. Todavía
quedan muchos mercados por explorar en la región APEC y fuera de esta, como
Indonesia, India, entre otros. El objetivo debe ser ampliar nuestra mirada en
este escenario de incertidumbre. Hay que seguir manteniendo nuestra economía
abierta, pero con inteligencia.
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