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Por ComexPerú / Publicado en Agosto 29, 2016 / Semanario 858 - Actualidad
En nuestro país, el sector agropecuario ha venido cumpliendo un
importante rol tanto en la producción nacional como en las exportaciones;
asimismo, es una de las principales fuentes de empleo a nivel nacional y es el
sustento de miles de familias en el ámbito rural. Por ello, resulta un sector
clave para el desarrollo integral del país, sobre todo en zonas de la costa y
sierra. Sin embargo, existen importantes deficiencias productivas, logísticas y
estructurales que limitan el desarrollo, afectan negativamente a los actores y
restan competitividad al sector.
Desde hace más de una década, la participación del sector agropecuario
en el PBI nacional se ha mantenido por encima del 5%, siendo esta, en 2015, de
un 5.3%, según datos del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). Además, ese último
año fue el de mayor producción en su historia al alcanzar S/ 25,626 millones.
Sin embargo, el sector ha sido desplazado desde el 2000, año en el que alcanzó
una participación mayor al 7%, por otros como minería e hidrocarburos,
construcción y servicios. Así, en 2015, este sector aportó S/ 889 millones en
tributos, un 1.2% de la recaudación total.
En cuanto a la evolución del Valor Agregado Bruto (VAB), según cifras
del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el sector agrícola
alcanzó en 2015 un VAB de S/ 25,306 millones, un 32.6% mayor al registrado en
2007, y durante estos años demostró un crecimiento promedio anual del 3.6%.
Este incremento en la producción y el impulso de los acuerdos comerciales con
países como EE.UU. han generado que, de 2000 a 2015, las exportaciones
tradicionales y no tradicionales agrícolas hayan aumentado su valor un 169% y
un 1,010%, respectivamente (casi 11 veces su valor inicial). Además, desde 2010
se ha logrado mantener un crecimiento promedio anual de las exportaciones
agrícolas del 14.2%.
A pesar de estos buenos resultados en temas de producción, la inversión
en el sector, tanto pública como privada, ha sido insuficiente. Por el lado
privado, según datos de la Agencia de Promoción para la Inversión Privada
(ProInversión), el saldo de inversión extranjera directa en agricultura es de
tan solo un 0.3% del total, muy por debajo de sectores como minería (23.3%),
comunicaciones (18.9%) o finanzas (17.7%). Por otro lado, la inversión pública
ha sido deficiente y deja brechas importantes en cuanto a productividad. Según
el INEI, en cuanto a infraestructura de riego, tan solo un 6.6% de los pequeños
y medianos productores cuentan con sistemas de riego tecnificado y más del 55%
de las unidades productivas no cuentan con ningún tipo de sistema de riego, sin
cambios significativos de 2014 a 2015.
Se necesita más
que una manito
Las características expuestas reflejan un sector que, pese al auge por
el que ha pasado, se encuentra inmerso en una trampa de baja productividad que
no solo afecta a los cultivos, sino a las miles de familias que dependen de los
ingresos provenientes de actividades agrícolas. Y es que este sector ocupa a
casi el 24% de los 15.7 millones de peruanos que conforman la población
económicamente activa (PEA), el mayor porcentaje de todos los sectores
económicos.
Si bien es el sector agrícola el que más empleo genera, es también el
sector con los salarios mensuales promedio más bajos. Según datos de la
Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) 2015, el ingreso promedio del trabajador
en este sector ascendió a S/ 857.3 mensuales, mientras que en el sector
construcción alcanzó los S/ 1,770.2 y en el de manufactura, S/ 1,369.1.
Asimismo, a pesar de que la ley lo prohíbe, en este sector los pequeños y
medianos productores informales trabajan, en promedio, más de 12 horas diarias.
Al realizar un análisis departamental en cuanto a producción agrícola,
según el INEI, Lima, La Libertad, Ica y Arequipa ocuparon los primeros lugares,
con participaciones del 16.2%, 11,3%, 7.8% y 6.2% sobre el total en 2015,
respectivamente. De ellos, La Libertad e Ica cuentan con la mayor participación
del sector en su PBI departamental, con más del 14%. Así, resulta importante
señalar que en estos departamentos la tasa de empleo informal promedio es del
69.5%. Por ello, se puede inferir que, a pesar de la importancia del ingreso
agrícola para las familias de estas zonas, muchas de ellas deben laborar en
condiciones poco favorables y subsistir a pesar de las deficiencias en
infraestructura y productividad.
La situación presentada en este sector
muestra, ante todo, problemas estructurales que recaen en el nivel de
informalidad, la baja productividad y la aún insuficiente infraestructura, la
cual debe beneficiar a todos los actores en el sector, pequeños, medianos y los
grandes productores.
Recientemente,
el congresista Elías Rodríguez presentó el Proyecto de Ley N.º 41/2016-CR, con
el objeto de modificar el régimen laboral previsto en la Ley N.º 27360, Ley de
Promoción Agraria. Como hemos visto anteriormente, los problemas del sector no
pasan por modificar el régimen de promoción agraria, que constituye uno de los
pilares de su buena marcha y ha promovido la inversión de las empresas formales
nacionales, sino trabajar en temas de asociatividad, promoción del crédito,
asistencia técnica y capacitación laboral. La finalidad es que, así como se
resalta en el plan de gobierno actual, la agricultura sea un eje de desarrollo
nacional y sirva también para disminuir la pobreza en el país.
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