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Déficit habitacional, un problema persistente
Por ComexPerú / Publicado en Septiembre 25, 2017 / Semanario 907 - Actualidad
![](https://www.comexperu.org.pe/upload/images/actualidad2-280917-035343.jpg)
Pese al acelerado desarrollo de la construcción en
las últimas dos décadas en nuestro país, el sector vivienda aún se encuentra
lejos de satisfacer una demanda largamente desatendida. Según información del
Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS), en 2016, el déficit
de viviendas en nuestro país ascendió a 1.8 millones de unidades. La oferta
anual de viviendas bordearía las 95,000 unidades, pero la demanda —fundamentalmente
de sectores populares concentrados en Lima y Callao— excede las 450,000.
De este déficit, un 33% correspondió a uno cuantitativo,
que mide la cantidad de viviendas que se necesitan construir; mientras que un 67%
al déficit cualitativo, medido en viviendas que no cumplen con las condiciones
básicas para ser habitadas por deficiencias en materiales de construcción,
espacio (hacinamiento) y acceso a servicios básicos (agua, desagüe y
electricidad).
Lo anterior pone en evidencia una importante brecha
en materia de infraestructura, que limita el acceso a mejores estándares de
vida para la población. De acuerdo con el MVCS, la cobertura de agua potable y
saneamiento en nuestro país asciende al 88% y 79%, respectivamente,
considerablemente lejos del objetivo de universalización. Y específicamente en
el sector rural alcanza únicamente al 62% y 29%. Además, de acuerdo con cifras
del Banco Mundial, el sector saneamiento en el Perú se encuentra
significativamente rezagado respecto a sus pares de la región: en 2015,
mientras que el porcentaje de nuestra población con acceso a mejoras en el
suministro de agua fue del 86.7%, en países como Chile, Colombia y Brasil se
registraron niveles del 99%, 91.4% y 98.1%, respectivamente.
Según el MVCS, el alto déficit de viviendas sería
resultado de factores como el limitado acceso a viviendas propias, el escaso
desarrollo de planificación urbana, el bajo atractivo financiero de las
viviendas sociales desde el punto de vista privado, así como el alto nivel de
informalidad en el sector construcción. Sobre este último, se señala que siete
de cada diez viviendas se construyen de manera informal, lo que significa que
se encuentran mal ubicadas, en terrenos blandos con alto riesgo al derrumbe, tienen
baja calidad constructiva y son poco resistentes ante sismos. Ello es
especialmente preocupante considerando la alta vulnerabilidad de nuestro país a
desastres naturales.
El camino por
delante
Uno de los cinco lineamientos de política económica
para el periodo 2018-2021, planteados por la presente administración en el
Marco Macroeconómico Multianual (MMM), es impulsar la vivienda social y cerrar
la brecha habitacional (ver Semanario N.° 905).
Al respecto, recientemente se han adoptado
importantes medidas. Primero, con relación al nuevo crédito Mivivienda, se
amplió el valor de las viviendas que pueden acceder al bono del buen pagador y
se incrementó el subsidio en algunos rangos. En segundo lugar, se incrementó el
valor de la vivienda de interés social que puede acceder al bono familiar habitacional
del programa Techo Propio, aplicable a proyectos multifamiliares, con el fin de
incentivarlos. Tercero, el desembolso del bono familiar habitacional para la adquisición
de vivienda nueva será más eficiente gracias a la participación de una entidad
financiera como garante de un proyecto inmobiliario e intermediario entre el
promotor inmobiliario y el Fondo Mivivienda. Cuarto, a partir de 2018, se
actualizará el rango de precios de las viviendas beneficiadas en función a la
inflación, y ya no a la variación anual de la Unidad Impositiva Tributaria
(UIT), para reflejar los incrementos en los precios que afectan la construcción
y la pérdida de poder adquisitivo de las familias.
Cabe recordar que el Gobierno impulsa el acceso a
la vivienda principalmente mediante tres ejes: i) planificación urbana, que
busca promover el desarrollo urbano sostenible con planificación integral y
proyectos de urbanismo y vivienda; ii) generación de suelo urbano, a través de
la revalorización de zonas para densificación, la gestión para terrenos
urbanizables, el fomento de asociaciones público-privadas, el mejoramiento de
asentamientos humanos, entre otros; y iii) mecanismos de acceso a vivienda
(adquisición, construcción y mejoramiento), que incluye a los programas Crédito
Mivivienda, Techo Propio, Fondo Mivivienda y Vivienda Rural. Según el MMM, en
2017, se espera beneficiar a más de 33,000 familias bajo todas las modalidades
de apoyo de acceso a vivienda; y en este quinquenio se espera promover 250,000
viviendas nuevas, lo que requerirá una inversión de S/ 4,000 millones.
Por otro lado, cabe mencionar también la alta
priorización otorgada por la actual administración al tema de agua y
saneamiento, con el objetivo de cubrir la demanda urbana a 2021 y dar pasos
considerables hacia la meta de cubrir la demanda rural para 2030. Como hemos
discutido anteriormente (ver Semanario N.° 875), las
acciones para mejorar el sector agua y saneamiento deben seguir orientadas
hacia: i) la simplificación de procesos y normativa que impacte en inversión,
financiamiento y gestión para la agilización de inversión pública y privada;
ii) la eficiencia en la inversión y el gasto público; y iii) la
reestructuración, fortalecimiento y modernización de las empresas prestadoras
de servicios (EPS).
No se puede negar que
el compromiso de la presente administración con esta reforma es alentador; pero
habrá que esperar los resultados para ver si las medidas implementadas son
suficientes para elevar el estándar de vida de los peruanos a través de
viviendas dignas. Como muestran las cifras, aún queda un largo camino por
recorrer.
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