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Desafíos de las competencias en el Perú
Por ComexPerú / Publicado en Diciembre 12, 2016 / Semanario 872 - Actualidad
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
(OCDE), las competencias son un factor esencial para lograr el bienestar
individual y el desarrollo económico de los países. La OCDE define competencias
como el conjunto de conocimientos, habilidades y destrezas que pueden
aprenderse y que permiten a los individuos desarrollar una actividad o tarea de
manera adecuada, y que pueden adquirirse y ampliarse a través del aprendizaje.
Estas son muy importantes, porque representan la base para alcanzar altos
niveles de empleos de calidad, dada la mejora en la productividad que traen
consigo. En el Perú, en particular, la importancia de las competencias radica
en la necesidad de nuestro país de producir bienes y servicios con mayor valor
agregado y de aumentar nuestra capacidad de exportación. Cabe resaltar que
mejores competencias no solo implican mayores niveles de productividad
económica, sino también otros beneficios, como mayor salud y confianza.
El Perú ha emprendido el camino correcto en el fortalecimiento de las
competencias, pues es el primer país no miembro de la OCDE que ha implementado
una estrategia nacional junto a esta organización. Esta estrategia brinda al
Perú un marco de referencia para analizar sus fortalezas y debilidades, y
formula medidas concretas a adoptar en relación con tres pilares en los que se
apoya todo sistema nacional de competencias: desarrollar las competencias
relevantes desde la infancia hasta la edad adulta, activar la oferta de las
mismas en el mercado laboral y utilizar las adquiridas de manera eficaz en el
ámbito socioeconómico.
Las competencias son la base de la prosperidad en el Perú, pues impulsan
el empleo, la productividad, el crecimiento económico y un mejor nivel de vida,
al mismo tiempo que ayudan a construir una sociedad más sana, equitativa y
cohesionada. Las estrategias de competencias de la OCDE han pasado de centrarse
en el enfoque tradicional, que solo consideraba los años de educación formal y
los diplomas alcanzados, a una perspectiva más amplia que incluye competencias
que se adquieren, utilizan, conservan e incluso pierden a lo largo de una vida.
Existen nueve desafíos para el Perú a nivel de competencias, que son los
siguientes: i) apoyar la culminación de estudios escolares y mejorar las
competencias básicas en la educación obligatoria; ii) mejorar el acceso a una
educación superior de calidad y la transición al empleo; iii) mejorar el marco
institucional del mercado laboral para facilitar el empleo formal; iv) ampliar
el alcance de las políticas de intervención en el mercado laboral para mejorar
la empleabilidad de los trabajadores; v) mejorar la correspondencia entre la
oferta y la demanda de competencias, y fomentar su mejor uso en el lugar de
trabajo; vi) sacar el máximo partido a las competencias para impulsar una
economía más diversificada y productiva; vii) mejorar la información disponible
sobre las opciones educativas existentes y sobre el mercado laboral; viii)
promover la coordinación entre los distintos actores y niveles gubernamentales;
y ix) establecer alianzas con todos los participantes en el sistema, para
garantizar que las políticas respondan a nuevas necesidades de competencias.
En los últimos años se han observado mejoras en algunos de los desafíos
mencionados líneas arriba. Por ejemplo, la ley universitaria busca regular la
calidad de las instituciones de educación superior y contrarrestar el efecto
negativo de la expansión de la oferta de educación superior de baja calidad. No
obstante, existen ámbitos en los que no hemos mejorado mucho y nuestra
situación no es muy alentadora; por ejemplo, la informalidad en el mercado
laboral peruano, la cual surge, entre otros factores, debido a los altos costos
laborales producto de las rigideces existentes.
Según el Reporte de Competitividad del Foro Económico Mundial (WEF, por
sus siglas en inglés), el Perú se ubica en el puesto 61 de 138 países en cuanto
a eficiencia en el mercado laboral. Sin embargo, nos encontramos en la posición
130 en lo que respecta a prácticas en contrataciones y despidos, que son las
que generan las rigideces y los altos costos que incentivan la informalidad.
Esto evidencia que el país necesita reformas que busquen flexibilizar el
mercado laboral, como se mencionó en el Semanario
N.° 828, para aumentar la eficiencia, la productividad y dar pie a la reducción
de la informalidad. Según la OCDE, el empleo informal aumenta los problemas
relacionados con la ausencia de inversión en las competencias de los
trabajadores. La baja inversión en competencias implica una baja productividad
en las empresas que impide que puedan costear su paso a la formalidad. De esta
manera, la poca inversión en competencias genera un círculo vicioso que impide
que una empresa salga de la informalidad y hace que los problemas relacionados
con esta persistan.
La estrategia de competencias desarrollada por la OCDE busca convertirse
en un marco estratégico integrado para ayudar a los países a comprender mejor
cómo invertir en las habilidades para mejorar la calidad de vida de sus
habitantes e impulsar su economía de manera efectiva. Los retos que se plantean
en el informe marcan el camino del Perú para dinamizar y cerrar las brechas
entre la oferta y la demanda de empleo juvenil, mejorar la inserción de los
jóvenes en el mercado laboral, y solucionar un amplio número de problemas
laborales relacionados con la informalidad y la baja productividad. Esto se
lograría mediante la implementación de mecanismos que garanticen un salario
mínimo acorde con la productividad de los trabajadores, el fomento de la
colaboración entre empresas e instituciones educativas, y la mejora en la
información sobre opciones educativas y mercado laboral, entre otros.
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