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Desarrollo acuícola: piedras en el camino
Por ComexPerú / Publicado en Enero 30, 2017 / Semanario 877 - Hechos de Importancia
![](https://www.comexperu.org.pe/upload/images/hechos-081117-042710.jpg)
La acuicultura es una
actividad económica que en nuestro país viene mostrando gran dinamismo y
adquiriendo especial relevancia en el camino hacia la diversificación
productiva de nuestra economía. En los últimos años, de acuerdo con información
del Ministerio de la Producción (Produce) y la Sociedad Nacional de Pesquería
(SNP), su producción se multiplicó por casi diez veces, al pasar de 10,000
toneladas en 2003 a alrededor de 85,000 toneladas en 2015.
Asimismo, Produce
estima que, en un periodo de cinco años, esta actividad representaría un 15%
del PBI pesquero; y sostiene
que cerca del 50% de la producción se destinó al consumo interno en
2015, año en que registró un aumento del 96%, al pasar de 20,265 toneladas en
2011 a 39,813 toneladas en 2015. Es por ello que la actividad acuícola no solo
juega un rol importante en nuestra economía, sino que resulta de especial
importancia en materia de seguridad alimentaria para el país.
Respecto al mercado
externo, los productos más representativos de nuestra actividad acuícola son el
langostino, la concha de abanico y la trucha, los cuales, gracias al esfuerzo
de las empresas peruanas y las condiciones de acceso a partir de diversos
acuerdos comerciales, llegan a importantes mercados como el europeo, así como
gozan de perspectivas de ampliar su alcance hacia otros, entre ellos el chino
para el caso del langostino. No obstante, existen iniciativas que significarían
un retroceso en el desempeño de esta actividad, como el Proyecto de Ley N.º
569/2016-CR, de autoría del congresista Bienvenido Ramírez, de la bancada de
Fuerza Popular, que busca modificar el régimen laboral acuícola.
De acuerdo con el
congresista Ramírez, la legislación vigente priva a los trabajadores de los
derechos laborales como CTS, gratificaciones por Fiestas Patrias y Navidad,
descanso vacacional y una indemnización para los casos de despido arbitrario,
lo que refleja un total desconocimiento del legislador respecto del régimen que
pretende modificar. La normativa vigente (artículo 28 de la Ley N.º 27640, Ley
de Promoción y Desarrollo de la Acuicultura), que regula el mercado laboral de
la actividad, contempla todos estos derechos, los cuales se incluyen en la
remuneración diaria que recibe el trabajador.
Así, sin tener en
cuenta las características del sector, como temporalidad, movilidad,
estacionalidad e informalidad, se pretende que para la actividad acuícola se
apliquen las normas del régimen regular de la actividad privada, lo que
introduciría rigideces en el marco legal laboral de dicha actividad, afectaría
su dinámica y perjudicaría a sus trabajadores, quienes se verían expuestos a
mayores niveles de informalidad. El Tribunal Constitucional[1]
ya ha reconocido la legitimidad constitucional del régimen laboral que regula
la acuicultura[2],
bajo el cual se ha venido impulsando la generación de empleo. Según Produce,
solo en 2015 la acuicultura generó 102,000 empleos directos e
indirectos, cifra que se incrementaría un 30% hacia 2021. ¿Por qué atentar
contra un sistema que probadamente funciona?
Si el congresista
Ramírez considera que algunas empresas langostineras vienen vulnerando los
derechos de sus trabajadores, como afirma en su proyecto de ley, deberá
denunciarlas ante la autoridad correspondiente, una vez que reúna las pruebas.
Eliminar el régimen laboral acuícola, como resultaría de la “modificación” que
propone, atentaría contra una de las actividades con mayor dinamismo de nuestra
economía. Más aún, golpearía duramente a quienes pretende “proteger”, es decir,
a los trabajadores.
Así, consideramos que cualquier medida para mejorar las condiciones de
vida de los trabajadores de la actividad acuícola y otros debe estar orientada
a impulsar la formalización. Es en el sector informal donde muy probablemente
no se respeten de manera efectiva los derechos laborales de los trabajadores,
expuestos además a bajos niveles de productividad, y del cual no se puede
asegurar la inocuidad y sanidad de los productos que se cosechan para consumo o
se exportan, lo que pone en riesgo el prestigio de aquellos emprendedores
peruanos que cumplen con las reglas de juego para colocar sus productos en
diversos mercados, así como de las instituciones públicas que están
involucradas en este proceso.
De nada servirá que el Organismo
Nacional de Sanidad Pesquera (Sanipes) y el Ministerio de Comercio Exterior y
Turismo continúen abriendo mercados si la informalidad en el sector se
mantiene. Son estas el tipo de iniciativas a las que los legisladores, en
participación con los actores del sector, deben apuntar.
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