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DESIGUALDAD EN EL PERÚ: ¿SE PUEDE RESUMIR EN UN ÚNICO NÚMERO?

Por ComexPerú / Publicado en Febrero 10, 2023 / Semanario 1152 - Economía

La discusión sobre la desigualdad en el Perú ha aumentado recientemente, debido a que cifras publicadas por el Word Inequality Database lo ubican como la cuarta economía más desigual del mundo. Sin embargo, este resultado ha recibido muchas críticas, ya que su metodología realiza ajustes y supuestos muy inexactos para un país como el nuestro. ¿Cómo basarse en datos tributarios cuando más del 70% de nuestra población no paga impuestos? En respuesta, muchos han desestimado este “cuarto puesto” y han realzado los resultados del coeficiente de Gini[1], el indicador más común a nivel internacional de medición del grado de desigualdad de un país, elaborado en nuestro caso por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). 

Si miramos dichas cifras, la reducción de la desigualdad en el país es clara. En casi todos los años del presente siglo, el coeficiente de Gini ha sido cada vez menor, con la gran excepción, comprensiblemente, del año 2020, como producto de la pandemia de COVID-19. Ahora bien, reducir la desigualdad se ha vuelto más difícil en los últimos años, algo que ha ido de la mano con las menores tasas de crecimiento del PBI. De hecho, si comparamos ambas variables, se puede observar que, en general, las caídas más marcadas del coeficiente se produjeron durante los años con mayores tasas y viceversa, lo que habla de la importancia del crecimiento económico para mejorar los ingresos de la población.

 

Dicho lo anterior, debemos señalar que el coeficiente de Gini no está exento de limitaciones. Al basarse en resultados obtenidos a partir de encuestas, es altamente probable que no todos los encuestados declaren sus ingresos verdaderos, por lo que el indicador no es tan exacto. De hecho, en una investigación del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), se señaló que hubo diversos intentos para lograr estimaciones más precisas de este coeficiente, las cuales han generado resultados muy diferentes entre sí[2]. Esto no debe quitar credibilidad a un indicador, que, repetimos, es el más aceptado en el mundo en este tema, pero esperar que resuma perfectamente la situación de la desigualdad en el país es una exageración. Por ello, poner el foco en otros tipos de análisis también es necesario. 

Por ejemplo, el INEI ha recopilado el avance de múltiples indicadores relacionados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en un sistema de monitoreo, entre los que se encuentra el ODS 10, que propone reducir la desigualdad. En dicho rubro, el INEI cuenta con dos variables principales: el gasto real promedio per cápita mensual del 40% más pobre de la población y el porcentaje de la población con un ingreso menor al 50% de la mediana de los ingresos[3]. 

El desarrollo de ambas variables en el tiempo denota una realidad compleja respecto de la desigualdad. Por un lado, el gasto por persona del 40% más pobre ha aumentado casi continuamente hasta antes de 2020, lo que refleja una mejora efectiva en los recursos disponibles de este grupo. Sin embargo, existe una clara disparidad entre el ámbito urbano y el rural, cuya reducción más grande solo se produjo debido a la pandemia. Por otro lado, la proporción de personas con ingresos menores al 50% de la mediana ha permanecido relativamente constante, al girar alrededor de un poco más del 25% (1 de cada 4 personas), sin una gran diferencia entre los ámbitos geográficos. 

 

Lo mencionado se explica porque, si bien una parte importante de personas con bajos ingresos ha visto que estos son mayores con el paso de los años, esto no ha generado grandes cambios en la posición relativa que poseen con respecto a los ingresos del resto de la población. Por supuesto, ello no es necesariamente una constante a lo largo del país. Si desagregamos los datos de la segunda variable por departamentos, se observa que, en varios casos, como Lambayeque, Ica, Ucayali y Arequipa, ha habido mejoras sustanciales con relación al pasado. No obstante, al mismo tiempo, existen departamentos cuya situación ha empeorado, al igual que sobresalen aquellos con porcentajes altos, como Puno, Piura, Loreto o Áncash.


Pero incluso con estas cifras nuestro análisis puede quedar corto. Madre de Dios, por ejemplo, es el segundo departamento con menor proporción de personas con ingresos debajo del 50% de la mediana, lo que lo pone bajo una luz positiva si se habla de desigualdad. O, al menos, así sería de no ser por las diversas falencias que el departamento posee en cuestiones como el acceso a servicios básicos, educación, salud, seguridad, etc., de las cuales hablamos en el semanario anterior. Es muy difícil decir que existe una igualdad en las oportunidades de desarrollo para sus ciudadanos cuando uno revisa su realidad actual. 

En conclusión, lo que queremos decir es que, si hablamos de reducir la desigualdad, estamos frente a una problemática de múltiples aristas. Más allá del valor de un único número, el centro de las discusiones debe estar en cómo trabajar todas estas áreas, en las políticas utilizadas para atacarlas, en si estas son efectivas y qué se puede hacer para mejorar. Ya vimos que hay muchos departamentos con tareas pendientes. Es el momento de actuar.


[1] El coeficiente de Gini es un número que va de cero a uno, en el que acercarse a cero representa una mayor igualdad en la distribución de los ingresos de la población.

[2] A veces, la reducción del coeficiente era más fuerte en el tiempo y, a veces, más tenue. Incluso había casos en los que este aumentaba.

[3] Es decir, si ordenásemos a la población desde el menor ingreso hasta el mayor, la mediana sería aquel valor que divide a la población en dos mitades. La variable mide la proporción de personas que vive con menos de la mitad de dicho valor.


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