Durante el año pasado, el sector que más creció fue alojamiento y restaurantes (+23.2% respecto de 2021), lo cual se sustentó en el proceso de recuperación y reactivación de los sectores más afectados por la pandemia de COVID-19. El subsector alojamiento lideró el crecimiento, con una expansión del 44.9%, gracias al incremento en la llegada de turistas internacionales (2,009,275 el año pasado), que superó ampliamente los resultados de la pandemia, aunque continuó situándose un 54% por debajo de lo registrado en 2019 (ver Semanario 1152). 

Además, tres sectores acumularon resultados negativos durante el año: telecomunicaciones y otros servicios de la información (-1.3%), financiero y seguros (-7%), y pesca (-13.7%). Este último fue el más afectado, aunque mejoró significativamente en diciembre (-2.8% respecto del mismo mes de 2021), con mejores resultados frente a la contracción de noviembre (-48.5%), que mitigó la caída en un 20.5%, que se acumulaba entre enero y noviembre. El repunte se explicó por la regularización de la pesca de anchoveta (-3.9% en diciembre, frente al resultado de -66.2% en noviembre), en los productos para consumo humano directo congelados (-1.6% en diciembre; -18.7% en noviembre) y la expansión de la pesca continental (+14.5% en diciembre). 

Es importante enfatizar que, durante los últimos meses del año, la evolución en algunos sectores mantiene cierta tendencia. Por ejemplo, con excepción de octubre, el sector agropecuario acumula una pérdida de dinamismo desde agosto, que se sustenta en la menor disponibilidad de insumos y la escasez de agua hacia el cierre del año. Por su parte, los sectores transportes y comunicaciones y alojamiento y restaurantes comenzaban a perder dinamismo, pero esto se agudizó en diciembre, motivado por las acciones subversivas detrás de las protestas, el bloqueo de carreteras y la pérdida de atractivo turístico. 

En contraste, el sector minería e hidrocarburos se benefició por la recuperación parcial de las cotizaciones internacionales en los principales metales durante los últimos meses del año. Desde finales de 2020, los precios de estos commodities comenzaron a incrementarse sustancialmente hasta alcanzar niveles máximos durante el primer trimestre de 2022. En el caso del cobre, producto que explica casi un tercio del PBI minero, según el INEI, la cotización alcanzó los US$ 464.4 por libra en marzo, pero descendió hasta US$ 345.7 en octubre (-25.6% respecto a marzo). Tras ello, comenzó a recuperarse y cerró el año con US$ 379.3 en diciembre (+9.7% respecto a octubre). 

IMPACTO DE LA SUBVERSIÓN DETRÁS DE LAS PROTESTAS

De acuerdo con el INEI, el sector minería e hidrocarburos fue perjudicado por la presencia de múltiples protestas durante el año, que limitaron las operaciones de empresas importantes en el sector. Si bien las manifestaciones observadas al cierre del año pasado son más recientes, el impacto de las acciones subversivas detrás de estas se puede observar en algunos casos específicos, con resultados atípicos en la extracción de algunos productos mineros en los departamentos más afectados. 

Por ejemplo, Ayacucho destacó por la intensidad de tales acciones, tanto que delincuentes intentaron tomar el aeropuerto de Huamanga en más de una ocasión alrededor de la quincena de diciembre. Este departamento también destaca como el cuarto principal productor de oro, tras explicar el 9.8% de la producción nacional en 2022, según el Ministerio de Energía y Minas (Minem). Si bien la producción de oro en este departamento mantuvo una tendencia negativa durante la mayoría del año, la contracción se acentuó en diciembre (-22.9%), periodo en el que representó el peor resultado anual y superó ampliamente al desempeño de noviembre (-4.6%) y el acumulado durante enero-diciembre (-7%), según cifras del Minem. 

Por otro lado, es importante enfatizar que las acciones subversivas limitaron el desempeño del sector transporte, sobre todo el terrestre, debido a los bloqueos de carreteras. De acuerdo con el INEI, el subsector transporte por vías terrestres y tuberías acumuló un crecimiento del 5.7% durante enero-diciembre. Esto se explicó por el mayor dinamismo durante la segunda mitad del año, cuyos resultados mitigaron la caída del sector transporte, almacenamiento, correo y mensajería. En noviembre, el transporte terrestre aumentó un 7.4% con respecto al mismo mes de 2021, pero en diciembre solo lo hizo en un 2.4%, cifra que representó el segundo menor crecimiento de este subsector, a pesar de la tendencia al alza que mantuvo durante la mayor parte del año. 

Si bien todavía no se publican resultados oficiales del tráfico por carretera a nivel departamental, los resultados del tráfico aéreo ya evidencian que los departamentos más afectados por el retroceso del sector transporte serían aquellos con mayor intensidad de las protestas. De acuerdo con información de la Corporación Peruana de Aeropuertos y Aviación Comercial (Corpac), la llegada de pasajeros a Arequipa, Ayacucho y Cusco mantuvo un crecimiento mensual superior a lo registrado a nivel nacional durante todo el año, con la única excepción de diciembre. 

Por ejemplo, en octubre, la llegada de pasajeros a Arequipa creció un 71.6% respecto del mismo mes de 2021, mientras que en Ayacucho lo hizo en un 57.4% y en Cusco, en un 52.9%, lo cual supera en los tres casos el promedio nacional (+37.4%). Sin embargo, en diciembre el crecimiento promedio a nivel nacional fue del 21.1%, resultado similar a lo reportado en Arequipa (+21.3%), Ayacucho (+21.1%) y Cusco (16.4%), que evidenció una pérdida de dinamismo hacia el final de año. 

IMPACTO DE LAS SEQUÍAS

Por otro lado, también es preocupante el desempeño del sector agropecuario a fines de 2022, ya que acumuló un crecimiento del 4.3% durante todo el año, cifra que pudo haber sido superada con una mejor gestión pública. El sector solo registró dos contracciones durante el año: en julio (-1.5% respecto al mismo mes de 2021) y diciembre (-1%). Es importante considerar que la agricultura fue una de las pocas actividades que crecieron, inclusive durante la pandemia (+1.3% en 2020), de manera que la pérdida de competitividad actual se sustentaría en la falta de fertilizantes y la escasez de agua. 

Los efectos de la sequía se pueden observar en la producción de algodón rama, que destacó como el producto que más creció durante el año con un incremento del 158%; sin embargo, en diciembre solo generó 385 toneladas (-35.2% respecto del mismo mes de 2021), según el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri). Este producto se cultivó principalmente en Ica (39.9% del total producido durante enero-noviembre) y Piura (37.6%), departamentos que fueron afectados por la ausencia de lluvias en octubre y noviembre, de acuerdo con el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi). 

También fueron perjudicados los principales cultivos del país, como la papa, que explicó el 10.4% del valor de la producción agrícola en 2022, ya que la ausencia de lluvias en Huancavelica, Puno y Cusco perjudicó alrededor del 40% de los cultivos de este producto, según la Asociación Nacional de Productores de Semillas de Papa. Como consecuencia, a pesar de crecer un 5.8% durante el año pasado, la producción del tubérculo disminuyó un 12.5% en diciembre (-301,646 toneladas respecto al mismo mes de 2021). El arroz (10.8% de la producción agrícola) también fue severamente afectado, con una reducción del 15.1% en diciembre (-339,095 toneladas). 

La situación del sector agropecuario es preocupante, porque la escasez de agua es un problema recurrente, al igual que la falta de iniciativas del Estado para solucionarlo, al margen de la coyuntura política. Es importante tener en cuenta que, según el Midagri, durante la campaña agrícola de 2019-2020, el 63.8% de la superficie agrícola a nivel nacional operó bajo secano, lo que implica depender únicamente de las lluvias. Y, de acuerdo con el INEI, el sistema de riego tecnificado, que permite un uso eficiente del agua, apenas fue utilizado por el 22.7% de los productores agropecuarios en 2019, con casos extremos como San Martín, donde solo lo hizo el 2.5%.