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EFECTOS DE LA ECONOMÍA DIGITAL EN LA CLASE MEDIA PERUANA
Por ComexPerú / Publicado en Julio 26, 2019 / Semanario 993 - Comercio Exterior
Hoy, las empresas tecnológicas son las más valiosas del mundo. Cuando se les mide por capitalización bursátil, es decir, por precio de mercado, son las que más costaría comprar. Microsoft, Amazon, Apple, Google, Facebook, Alibaba y Tencent han desplazado por completo a las grandes compañías de consumo masivo, de energía y financieras, como Johnson & Johnson, JP Morgan Chase, General Electric, Exxon Mobil, Walmart o Procter & Gamble, que hace algunos años eran las más cotizadas. Incluso, según Bloomberg, las empresas de tecnología representan hoy un 34% del ranking de las 100 compañías más valiosas, dejando muy atrás a las del rubro financiero, con un 18%, y a las del farmacéutico y químico, que representan un 12%. Y esto es tan solo una muestra de cómo el mundo ya no funciona sin tecnología.
En línea con ello, empresas como Uber, Airbnb y otras que también son impulsadas por la tecnología (technology driven) han venido creciendo exponencialmente en el mundo y también en Latinoamérica, con un pronóstico bastante auspicioso de cara hacia adelante, sobre todo en países emergentes. ¿Por qué? Pues, básicamente, porque combinan dos asuntos clave: ponen en uso capacidad ociosa en activos que son relativamente escasos y generan oportunidades para la gran oferta laboral —no necesariamente empleada— que existe en estos países. Así, del lado de la oferta, las personas pueden proveer alquileres de corto plazo de vehículos, cuartos o viviendas que, de otra manera estarían inactivos; y del lado de la demanda, los consumidores se benefician de menores costos de transacción y acceso al servicio de transporte, hospedaje y otros[1].
Esto a la vez se complementa con un contexto donde vemos una creciente clase media. Por primera vez en la historia, según el Foro Económico Mundial, la clase media es mayoría en la composición poblacional del mundo e, incluso, es mucho más demandante de productos, servicios y experiencias que antes[2]. En el caso del Perú, por ejemplo, la clase media se duplicó en los últimos 15 años, al pasar de un 19% de la población en 2004 a un 41.5% en 2018[3], lo que incrementó la demanda interna en tres veces su valor. En paralelo, el avance de la economía digital ha potenciado el crecimiento de determinadas actividades económicas y apuntalado el auge de la clase media, al crear nuevas oportunidades económicas que facilitan la inclusión social y generan incentivos para la participación de este sector.
En el caso del turismo, por ejemplo, la llegada de turistas internacionales se incrementa cada año y la necesidad de ofrecerles un mayor número de servicios, también, siendo la cantidad de visitantes esperados para los Juegos Panamericanos un buen reflejo de eso. De acuerdo con el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, en los últimos cinco años, la llegada de visitantes internacionales a nuestro país se ha incrementado en casi un 40% y el ingreso de divisas generado por este, en más del 25%. Igualmente, se espera que el ingreso por divisas provenientes del turismo receptivo alcance los US$ 5,300 millones en 2019, un 7.8% más que en 2018. Es notorio también que existen nuevos patrones de consumo de los viajeros, que se centran en la búsqueda de experiencias personalizadas, por lo que el arrendamiento temporal de inmuebles les permite experimentar su destino desde una perspectiva diferente y genera una oferta complementaria al negocio de turismo tradicional.
El rol que cumplen entonces las plataformas de economía compartida es justamente el de conectar esta oferta y esta demanda. Reunir en un solo sistema a las personas que poseen estos activos disponibles (casas, carros, habilidades, tiempo, etc.) con aquellas que necesitan acceso temporal a ellos. Y es un win-win para todos. Quien provee el activo, genera un ingreso extra por su uso; el usuario accede a más opciones de diversos costos; y la economía se beneficia de menores costos de transacción y un sistema que permite una mayor bancarización y trazabilidad de las operaciones.
Incluso, estas plataformas permiten “expandir la torta” pues, al ofrecer opciones a menores costos, generan que la demanda potencial de servicios aumente, ya que más personas que antes concebían los precios de transporte u hospedaje tradicional fuera de sus límites presupuestarios ahora pueden acceder a ellos. Esto genera un incremento en el número de usuarios y también un impacto positivo en el sector turismo. Adicionalmente, en países como el Perú, la economía colaborativa puede ayudar a resolver retos como: la desigualdad, al crear oportunidades para distintos sectores socioeconómicos; autosuficiencia, al utilizar eficientemente recursos escasos en comunidades locales; y la informalidad, al digitalizar las transacciones y brindarles trazabilidad, lo cual representa una buena herramienta para formalizar la economía[4].
La economía digital ha llegado para quedarse e introduce una competencia sana en la forma tradicional de hacer negocios, brinda una nueva gama de oportunidades a los consumidores, más opciones a distintos costos, y expande la oferta de servicios y nuevas experiencias para el turismo interno y la economía en general. En vez de percibirla como un riesgo, es clave verla como una gran oportunidad y avanzar con políticas innovadoras que permitan que cada vez más ciudadanos puedan aprovechar sus beneficios.
[3] “Clase media crece en el Perú”, Instituto Peruano de Economía
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