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El agro peruano. ¿Qué enfrenta el Gobierno actual?
Por ComexPerú / Publicado en Agosto 08, 2016 / Semanario 855 - Actualidad
![](https://www.comexperu.org.pe/upload/images/sem-855_actualidad1-220118-035507.jpg)
Nuestro país se encuentra en el top
ten de exportadores de alimentos a nivel mundial, la agricultura familiar
genera un 70% de los alimentos que consumimos los peruanos y un 92% de nuestros
microclimas favorecen la producción agrícola. Las razones para impulsar el
sector son vastas: emplea a un 29.6% de la población económicamente activa
(PEA), representa un 5.3% del PBI nacional y, en promedio, su producción se
expandió un 2.3% anualmente entre 2011 y 2015. Dicho despegue se debió, en gran
parte, al dinamismo de las agroexportaciones, que nos han convertido en los
primeros productores de espárragos y quinua a nivel mundial, por ejemplo. En
tal sentido, es necesario conocer cuál ha sido su desempeño en los últimos
años, así como los desafíos que enfrentará el actual Gobierno en el próximo
quinquenio.
La predominancia de los cultivos tradicionales se ha sostenido en el
tiempo, según cifras del Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri). En cuanto
a la siembra, en las últimas cinco campañas agrícolas reportadas[1],
el arroz cáscara fue el cultivo que ocupó más hectáreas (ha) cultivadas (18.2%
del total), seguido por la papa (14.8%), el maíz amarillo duro (13.9%), el maíz
amiláceo (11.9%) y la cebada grano (7.3%). Además, no se evidencian
fluctuaciones significativas. En el mismo período, el área sembrada de arroz
retrocedió un 0.7%; la de maíz amarillo duro, un 1.5%, y la de cebada, un 0.3%;
mientras que se incrementaron las de papa (1.9%) y maíz amiláceo (1.2%). Por su
parte, los cultivos más cosechados fueron el arroz (11.8% de las ha
cosechadas), el café (11.5%), la papa (9.4%), el maíz amarillo duro (8.8%) y el
maíz amiláceo (6.4%).
Un aspecto resaltante es que las ha cosechadas de algunas especies han
caído y no precisamente por menor siembra, sino por su vulnerabilidad ante
cambios climáticos severos, plagas o inundaciones. Por mencionar los casos más
resaltantes, el área cosechada de café disminuyó un 9.5% hacia 2014 por la roya
amarilla; y la de arroz cayó un 3.5% por inundaciones. Asimismo, a pesar de que
la cebada grano es uno de nuestros cultivos principales, solo se cosecha un
81.6% de las ha sembradas, lo que refleja una gran pérdida en la producción
nacional.
Con respecto al rendimiento, la situación es realmente preocupante y
dilucida un futuro no muy prometedor. Durante las últimas cinco cosechas
agrícolas reportadas, el rendimiento promedio del arroz fue de 7.6 toneladas
por hectárea (t/ha), lo que muestra una tendencia de decrecimiento desde 2013.
En el caso del maíz amarillo duro, su rendimiento fue de 5.3 t/ha, con caídas
importantes como la del 37.1% en 2014. Es decir, duros golpes a los bolsillos
del agricultor por la baja tecnificación.
Agenda pendiente
Desde
2011, la producción agrícola ha crecido un 11.7%, pero este se ha ralentizado
en los tres últimos años. Si bien la asociatividad es una respuesta común,
durante el último Gobierno se avanzó muy poco, lo que repercute negativamente
en el acceso al crédito. Por ello, enfocarse en este tema debería ser un paso
previo y necesario antes de, por ejemplo, pensar en el fortalecimiento de
Agrobanco, dado que la asociatividad generaría la reducción de los costos de
negociación entre este y los productores, y crearía condiciones favorables de
ingreso de la banca comercial, inclusive. Además, la extensión promedio de las
tierras es de 3.3 ha, hecho que refleja el poco aprovechamiento de las
economías de escala no solo para la producción, sino también para la
comercialización, lo que constituye una gran traba para aumentar la
rentabilidad.
Por
otro lado, ¡un 63.8% de la superficie agrícola no posee riego!, según el Censo
Nacional Agropecuario 2012. Peor aún, solo un 44.5% de unidades agropecuarias
pertenecientes a pequeños y medianos productores posee riego tecnificado, según
la Encuesta Nacional Agropecuria 2015. Por esto resulta primordial que tal
brecha, calculada en S/ 7,000 millones en 2014, se vaya cerrando rápidamente,
ya que, según el Minagri, el Perú se convertirá en una potencia mundial de
frutas y hortalizas gracias a los megaproyectos de irrigación. En tal sentido,
vale destacar el desempeño de Sierra Exportadora, organismo público con un buen
resultado. Al mejorar la calidad, el volumen y los procesos de cultivos de
exportación, logró aumentar las ventas un 678.8% entre 2011 y 2015, su
rendimiento fue de S/ 37 por sol invertido en 2015 y empleó a 201,000 personas.
No obstante, su presupuesto ha sido reducido en los últimos años y hacia 2016
asciende a tan solo S/ 15.8 millones. ¿Para acelerar el aumento de la
competitividad no sería mejor continuar este exitoso programa y expandirlo?
Además,
la agricultura peruana podrá seguir creciendo en la medida que el Instituto
Nacional de Innovación Agraria (INIA) continúe realizando labores de
investigación, según la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). Así, se requiere
que esta institución posea mayor presupuesto para la innovación e investigación
en biotecnología, de modo que se establezcan programas de semillas mejoradas
que resistan cambios climáticos como los que vemos año tras año. ¡No podemos
seguir dando la espalda a la ciencia!
Si bien el sector agrícola ha crecido, elevar su productividad tanto en cultivos tradicionales y no tradicionales es fundamental para que este sea sostenible y con ello se logre reducir la pobreza.
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