Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), la acuicultura es el cultivo de organismos acuáticos tanto en zonas costeras (agua salada) como del interior (agua dulce), e implica intervenciones en el proceso de cría para aumentar su producción. Así, las especies que siguen este proceso productivo no serían limitadas por eventuales vedas que prohíban su captura y explotación. Según proyecta la misma FAO, el crecimiento futuro del sector pesquero derivaría principalmente de esta actividad, debido al comportamiento dinámico en los últimos 30 años y la disminución de la pesca de captura. La referida entidad estima que para 2016 se habría incrementado la producción acuícola mundial en un volumen récord de 80 millones de toneladas (t) (excluyendo plantas acuáticas), lo que representaría el 50% del pescado destinado a la alimentación a nivel mundial.

Es por esta razón que urge impulsar el dinamismo de la acuicultura en el Perú, para posicionarnos en la oferta mundial de este sector. De acuerdo con información de la FAO, pese a que la producción acuícola peruana pasó de 1,150 t en 1980 a 90,976 t en 2015, aún nos encontramos muy por debajo de países de la región como Chile, Ecuador y Brasil, a tal punto que nuestra producción representa un 8.6%, 15.8% y 21.3% de la de estos países, respectivamente.

Una de las especies de la actividad acuícola más representativa en nuestro país es el langostino. Según cifras del Ministerio de la Producción (Produce), desde 2006[1], este producto se ha caracterizado por representar la mayor proporción de exportaciones de especies provenientes de la acuicultura (salvo en 2013, cuando fueron superadas por las exportaciones de conchas de abanico). Además, pertenece a las 3 especies principales (concha de abanico, trucha y langostino) que poseen, desde 2006, más del 93% de los volúmenes de cosechas en la actividad acuícola. En 2016, según Produce, la cosecha de langostinos alcanzó las 20,441 toneladas métricas (TM) (20.7% del total de especies acuícolas), solo detrás de la trucha, que alcanzó las 52,217 TM (52.9%).

Al analizar la evolución de las exportaciones peruanas de langostinos, de acuerdo con cifras de la Sunat, estas alcanzaron un crecimiento promedio anual del 13.7% en el periodo 2013-2017, pese al resultado registrado en el periodo 2014-2015, cuando cayeron un 10.7%. Cabe resaltar que, en 2017, nuestras exportaciones de langostinos alcanzaron un récord histórico, al registrar un valor de US$ 216 millones, un 38.2% más que el monto exportado en 2016.

En lo que respecta a las presentaciones de nuestros envíos de langostinos congelados al exterior en el último año, tenemos que el 56.8% fueron colas con caparazón (US$ 122.6 millones), el 23.4% fueron enteros (US$ 50.5 millones) y el 19.5% fueron colas sin caparazón (US$ 42 millones).

En cuanto a los destinos de las exportaciones peruanas de langostinos en 2017, tenemos que EE.UU. es el país con la mayor proporción, con 51.5% del total de nuestros envíos (US$ 111.1 millones) y un crecimiento del 25.9% con respecto a 2016. Le siguen España, con un 18.1% (US$ 39 millones) y un crecimiento del 24.5%, y Vietnam, con un 6.2% (US$ 13.3 millones) y un fuerte aumento, ya que en 2016 apenas se exportó US$ 1 millón. ¿Cuánto más podrían aumentar las exportaciones de langostinos a Vietnam con la próxima firma del Tratado Integral y Progresista para la Asociación Transpacífica (CPTPP)? Otros destinos con menor participación fueron Francia (6% del total), Canadá (5.4%) y Japón (4.1%).

Por último, las empresas exportadoras peruanas que abarcaron más del 63% de las exportaciones de langostinos en 2017 fueron Marinazul (US$ 72.2 millones; 33.5% del total), Inversiones Prisco (US$ 44.4 millones; 20.6%) y Eco-Acuícola (US$ 19.6 millones; 9.1%).

La acuicultura posee un alto potencial para continuar desarrollándose en nuestro país. Según la FAO, en 2015, la contribución de la producción acuícola peruana representó apenas un 1% de la producción mundial. Desarrollar el potencial de esta actividad dependerá, como en muchos otros sectores, de la contribución de todos los actores, públicos y privados, para identificar cuellos de botella y trabajar en una agenda conjunta. En años anteriores se dio un primer paso con la emisión de una nueva Ley General de Acuicultura (Decreto. Legislativo N.º 1195) y su reglamento, fruto de las estrechas coordinaciones público-privadas generadas en la Mesa Acuícola, ahora en manos del Ministerio de Economía y Finanzas. Esta dinámica debe continuar en beneficio del sector.

[1] Fecha de inicio del registro de Produce de las exportaciones de especies procedentes de la acuicultura.