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Institucionalidad y provisión de servicios básicos
Por ComexPerú / Publicado en Noviembre 28, 2016 / Semanario 870 - Actualidad
La institucionalidad representa una de las bases del crecimiento
económico de los países. Con una baja calidad institucional, es poco lo que se puede
lograr, pues gran parte de las iniciativas se pierden en manos de la corrupción
y la burocracia. Según el ranking de
competitividad del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), la
institucionalidad en el Perú se encuentra entre las peores del mundo. Así, en
el reporte 2016-2017, ocupamos la posición 106 de 138 países, lo que refleja
nuestras grandes deficiencias en ese aspecto. De acuerdo con un estudio
realizado por Gustavo Yamada y Ricardo Montero, investigadores de la
Universidad del Pacífico, la baja calidad de las instituciones disminuye el
acceso de la población a servicios básicos y los más afectados con ello son los
sectores de menores ingresos.
Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en el
Perú, hasta junio de 2016, el 86.1% de la población contaba con acceso a agua
por red pública. Si se analizan las cifras por área de residencia, el 90.1% de
hogares urbanos accedió a esa red pública y solo el 62.8% de los hogares
rurales. Los departamentos cuyos habitantes tuvieron mayor acceso a redes
públicas de agua en 2015 fueron Apurímac, donde el 93.9% de la población contó
con ese servicio; Moquegua, con el 93.4%; y Cusco, con el 92.6%. Los
departamentos que menor cobertura tuvieron fueron Loreto (48.2%), Puno (63.3%)
y Pasco (64.7%).
En lo que respecta a las redes de desagüe, hasta junio de 2016, el
porcentaje de la población que contaba con el servicio de desagüe por red
pública fue del 92.4%; sin embargo, solo el 72.6% de la población tuvo acceso a
redes de alcantarillado, mientras que el resto contaba con letrinas y pozos
sépticos. El porcentaje de la población que no tenía ningún tipo de acceso a
desagüe por red pública fue del 7.6%. Si se observan los datos para las zonas
urbanas y rurales, las diferencias saltan a la vista. Hasta junio de 2016, el
88.8% de la población urbana accedió a redes públicas de alcantarillado, el
5.1% a letrinas, el 2.7% a pozos sépticos y el 3.4% no contaba con ningún tipo
de red pública de desagüe. En lo que respecta a la población rural, tan solo un
18.9% de ella tuvo acceso a redes de alcantarillado, un 31% a letrinas, un
28.5% a pozos sépticos y un 21.6% no accedió a ningún tipo de red pública de
desagüe. Los departamentos con mayor acceso a servicios de alcantarillado en
2015 fueron Lima (91.6%), Tacna (90.2%) y Moquegua (87.2%), mientras que los
más rezagados fueron Ucayali (30.1%), Loreto (33.8%) y Madre de Dios (34.9%).
En cuanto al servicio de alumbrado eléctrico por red pública, hasta
junio de 2016, el 94.4% de la población total contó con este servicio. En el
ámbito urbano, el 99.4% de la población accedió a una red pública de alumbrado
eléctrico, mientras que en el ámbito rural tan solo tuvo acceso el 77.3%. Los
departamentos cuya población tuvo mayor acceso a una red pública de
electrificación en 2015 fueron Lima (99.8%), Callao (99.2%) y Tumbes (98.9%).
Los de peor desempeño fueron Loreto (75.4%), Amazonas (77.1%) y Ucayali
(84.4%).
El estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad del
Pacífico concluyó que las personas con menores ingresos tienen menor
probabilidad de contar con servicios públicos. Ello se evidencia en las
diferencias en el acceso a servicios básicos entre las zonas urbanas y las
rurales. Asimismo, concluyeron que son los de menores ingresos también quienes
tienden a gastar una proporción mayor de sus ingresos por concepto de “coimas”
exigidas por funcionarios públicos. De igual manera, encuentran evidencia de
que los pobres tienen menor probabilidad de culminar con éxito sus trámites
ante las empresas de servicios públicos básicos.
Se observa entonces que la baja calidad de las instituciones no afecta a
todos por igual, sino que los más pobres son los más vulnerables. El estudio
concluye también que las instituciones más utilizadas por la población son
aquellas relacionadas con salud, educación y servicios básicos. En estos
últimos existe una gran brecha de cobertura entre las personas más pobres y las
menos pobres. Por último, el estudio encuentra evidencia que respalda que la
corrupción reduce el uso de los servicios básicos. Así, los hogares con niveles
más bajos de ingreso son castigados con probabilidades más bajas de terminar
exitosamente sus trámites en estas instituciones, debido a las trabas
burocráticas y los pagos ilegales que se necesitan para culminarlos.
El Gobierno actual ha mostrado su compromiso con ampliar la cobertura de
los servicios básicos como agua y desagüe, principalmente en las poblaciones
más vulnerables. No cabe duda de que una manera de lograrlo es trabajar en la
institucionalidad y en la reducción de los niveles de corrupción y burocracia
existentes. Si se logra aumentar el nivel de cobertura de los servicios
básicos, se habrá avanzado en la reducción de la pobreza, la cual no solo
incluye el aspecto monetario, sino también dimensiones relacionadas con el
acceso y la calidad de los servicios públicos.
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