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Inversión extranjera directa: panorama incierto
Por ComexPerú / Publicado en Marzo 06, 2017 / Semanario 882 - Economía
Un factor que
ha contribuido significativamente al dinamismo de la economía en los últimos
años ha sido la apertura comercial y, en consecuencia, la entrada de flujos de
inversión extranjera directa (IED), que han aportado importantes sumas de
capital orientadas a distintos sectores de nuestra economía. Por otro lado, la
atracción y entrada de nuevas inversiones ha permitido obtener resultados
positivos en la cuenta financiera, el ingreso de divisas, el fomento de la
competencia, la creación de nuevos puestos de trabajo y la obtención de mayores
ingresos para el país.
De acuerdo con el Banco
Central de Reserva del Perú (BCRP), en 2012, nuestro país registró una cifra
récord en el flujo de IED al alcanzar un valor de US$ 11,918 millones, la más
alta en su historia. En efecto, de acuerdo con la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (Cepal), en dicho año, el Perú tuvo la mayor tasa de
crecimiento de la región (49%) y se convirtió en el cuarto receptor de
inversión, después de Brasil, Chile y Colombia. Sin embargo, ese habría sido un
punto de inflexión, puesto que, desde 2013, los flujos de IED en nuestro país vienen
cayendo año tras año a una tasa promedio anual del 12.6%, con lo que en 2016
alcanzaron un valor de US$ 6,863 millones. Este mal desempeño se explicaría por
el aumento de barreras burocráticas en la gestión anterior, junto a la caída en
la rentabilidad debido a los menores precios de los metales, que incrementaron
los costos operativos y agregaron incertidumbre sobre la viabilidad de ciertos
proyectos, según la Cepal.
De esta forma, la
IED en el Perú pasó de representar un 6.3% del PBI en 2012, a un 3.5% del PBI
en 2016, la cifra más baja desde 2005. Cabe resaltar que, en el último año, la
reinversión de utilidades (componente responsable del 61% de la IED) habría
invertido la tendencia a la baja de los últimos años al crecer un 39% frente a
2015, lo que sería explicado por la mejora en los precios internacionales. Sin
embargo, esta variación no habría podido compensar la caída en los aportes y
otras operaciones de capital (-47%) y en los préstamos netos con matriz
(-56.8%), según cifras del BCRP.
En
general, 2016 no fue un buen año para la IED a nivel mundial. De acuerdo con el
reporte Global Investment Trends Monitor,
de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad,
por sus siglas en inglés), los flujos globales de IED cayeron un 13% en un
contexto de débil crecimiento económico internacional, modesto aumento en el
volumen del comercio mundial y precios de commodities
aún debilitados. Por su parte, en América Latina y el Caribe la disminución
habría sido del 19%, resultado inclusive mayor a la experimentada en 2015
(-11%), con severas caídas en Chile (-31%) y Brasil (-23%).
Para 2017, la
Unctad espera que los flujos globales de IED se incrementen un 10% y que la
actividad económica en países exportadores de commodities sea un factor importante para reforzar la inversión.
Sin embargo, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (OCDE), la incertidumbre sobre las decisiones de política económica
y monetaria de las principales economías, así como las tensiones globales,
podrían poner en riesgo la recuperación de la IED en el corto plazo. Ante este
escenario, resulta de vital importancia desarrollar estrategias de atracción y
canalización de la inversión extranjera cuanto antes.
En la
actualidad, el Perú es uno de los países con mayor estabilidad macroeconómica
en la región y se espera que su crecimiento económico lidere el ranking latinoamericano en 2017, de
acuerdo con el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés). Es más,
el reporte Measuring the Middle, de
The Economist Intelligence Unit, señala que existen oportunidades de mercado en
nuestro país debido a la rápida expansión de la clase media y al potencial de ciudades
del interior como Chiclayo, Arequipa y Trujillo. Todo esto podría abrir una
ventana de oportunidades a la IED e incluso diversificarla hacia otros sectores
de mayor valor agregado.
Como bien lo
resalta la OCDE, la IED puede ser un poderoso mecanismo internacional para
movilizar activos tangibles e intangibles (tales como capital, tecnología,
habilidades y acceso de mercado), que son esenciales para el desarrollo
económico. Por ello, la promoción de nuevas inversiones debe ser una prioridad
para el Gobierno, a fin de recuperar la senda de crecimiento experimentada años
atrás. No obstante, hacen falta reformas adicionales que mejoren la
competitividad de nuestro país frente a otros, mejoren la calidad de la
infraestructura productiva y faciliten los negocios.
Si bien las
medidas adoptadas por el Gobierno en el marco de las facultades legislativas
están orientadas a destrabar las inversiones, se requieren acciones que, en el
corto plazo, reactiven nuestra economía, más allá de cambios en la normativa.
Finalmente, son importantes también aquellas dirigidas a la lucha contra la
corrupción y el fortalecimiento de las instituciones, para reducir la
ineficiencia del sector público, así como al respeto del marco legal
internacional en materia de inversión, a fin de asegurar la confianza de nuevos
inversionistas.
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