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La revolución social del agro
Por Jessica Luna / Publicado en Octubre 16, 2017 / Semanario 910 - Editorial
En la década de los noventa,
después del duro estancamiento que sufrió el sector debido a la reforma
agraria, se sentaron las bases para el impulso y desarrollo de una
agroindustria moderna en el Perú. La implementación de una política de apertura
comercial e integración al mundo, la seguridad jurídica para la libre tenencia
de tierras, la promoción de importaciones de maquinaria y equipo libre de
aranceles y la aprobación de un marco legal de promoción agraria, fueron
algunas de las principales medidas para fomentar la inversión en el sector.
Así, se iniciaron importantes inversiones en materia de tierras, riego,
tecnología e innovación, y se desarrollaron cultivos como el espárrago, las
uvas y, ya en este siglo, cítricos, paltas, alcachofas, pimientos, aceitunas,
arándanos, entre muchos otros.
Los resultados de estas
políticas son contundentes: las exportaciones agroindustriales pasaron de US$
240 millones en 1993 a US$ 5,500 millones en 2016. Hoy vemos cómo los desiertos
de la costa se han convertido en tierras productivas, verdes, que generan
empleo y desarrollo de manera descentralizada, tanto en el campo como en la
manufactura. Según el INEI, el empleo en el sector, entre 2005 y 2015, se
duplicó y creció a una tasa promedio del 4.6% anual. Además, se estima que se
generarán 750,000 nuevos empleos en los próximos diez años. Cabe mencionar que
de las 10 principales empresas generadoras de empleo en el país, cinco son
empresas agroexportadoras (Complejo Agroindustrial Beta, Danper, Sociedad
Agrícola Virú, Camposol y Drokasa).
Por su parte, los
salarios crecieron en ese periodo un 2.4% anual, y bajo el régimen agrario han
sido superiores en un 124% con relación a los del sector informal. En el sector
agropecuario costero, la incidencia de pobreza extrema y total han pasado del
12% al 0.5% y del 57% al 20%, respectivamente, en el periodo 2004-2015.
Asimismo, la tasa de subalimentación se redujo del 31.6% al 11.8% desde los
noventa, lo que ha permitido que más de 3.5 millones de personas salgan de la
zona de inseguridad alimentaria. Además, según Apoyo Consultoría, los distritos
con presencia de agricultura moderna tienen un índice de desarrollo humano
(IDH) más alto con respecto a los que no desarrollan esta actividad.
No cabe duda de que los
TLC han sido una herramienta fundamental para el éxito del sector, pues las
agroexportaciones representan hoy un 49% de las exportaciones no tradicionales.
Estos tratados han permitido, por ejemplo, que las uvas ingresen a China sin
pagar aranceles, mientras que el resto de países que no cuenta con un acuerdo
paga un 8%, o que la alcachofa ingrese a EE.UU. libre de arancel cuando el
resto paga un 14.9%.
Nos hemos convertido
así en un exportador neto de alimentos, lo que ha impulsado la seguridad
alimentaria. Los destinos de nuestros productos han pasado de 52 a 155 países
en la última década. También se ha generado una oferta de servicios con alta
competitividad para el sector en áreas como packaging
o logística, que viene conquistando el mundo.
Es innegable el rol
promotor que ha tenido la agroindustria moderna en la mejora de la calidad de
vida, el bienestar y el desarrollo de las poblaciones de diferentes provincias
del Perú. Gran generador de divisas, empleo formal y modernidad. El agro ha
sido y debe continuar siendo el gran impulsor de la revolución social de
nuestro Perú. ¡No podemos parar!
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