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LAS RESTRICCIONES AL TRÁNSITO EN LA NUEVA NORMALIDAD
Por ComexPerú / Publicado en Agosto 28, 2020 / Semanario 1040 - Hechos de Importancia
Con el objetivo de disminuir la velocidad de contagio del coronavirus, a lo largo de estos últimos meses, se han instaurado una serie de medidas restrictivas en el país. Se empezó con una cuarentena general, luego se restringieron los horarios y días de inmovilización, e incluso se aplicó una restricción por sexo durante un tiempo. A la fecha, tenemos a seis departamentos íntegros y a 36 provincias en cuarentena focalizada ante la amenaza de un aumento del número de contagios.
Sin embargo, para frenar la propagación del coronavirus también debemos evitar la creación de focos de contagio en lugares públicos, además de las medidas de higiene y distanciamiento social que debe seguir cada persona. Frente a ello, resulta importante conocer cuál ha sido la conducta de la población ante las restricciones impuestas por el Gobierno durante este tiempo, para así tomar decisiones acertadas y basadas en la evidencia de cara a la nueva normalidad.
LO QUE NOS DICEN LOS DATOS
En el presente artículo se analiza el comportamiento de las transacciones presenciales diarias en distintos comercios formales y con capacidades restringidas de aforo en una muestra de supermercados a nivel nacional. Para ello, se utilizaron valores estandarizados de las transacciones y se obtuvo el promedio, según los distintos periodos de inmovilización: i) antes de la cuarentena (sin restricción alguna); ii) en cuarentena general; iii) primera inmovilización dominical; iv) cuarentenas focalizadas; y v) el retorno a la inmovilización dominical.
Los resultados reflejan que las medidas de inmovilización social provocaron un incremento del número de transacciones promedio durante los fines de semana (incluye solo sábado y lunes), respecto de los demás días. Así, mientras que antes de la cuarentena la diferencia en el número de transacciones promedio era del 7%, y mayor los fines de semana, durante el periodo de aislamiento aumentó al 21% y, tras el retorno a la inmovilización dominical, se incrementó hasta el 34%. Las cifras presentadas reflejan que las compras de la población vienen incrementándose, pero, a su vez, se han trasladado a los fines de semana. Frente a esto, se esperaría que los comercios perciban mayor flujo de clientes y, con ello, se creen e incrementen los focos de contagio que se pretende evitar.
Por otro lado, la última actualización del Informe de movilidad de las comunidades ante el COVID-19, de Google, que muestra las variaciones en el movimiento de las personas en el país al domingo 23 de agosto, refleja que las visitas a supermercados y farmacias[1] se redujeron un 92%. No obstante, los datos detallan un incremento mayor en la movilidad interdiaria hacia supermercados durante los sábados, respecto de la variación en el periodo de inmovilización dominical. Esta información corroboraría, hasta cierto punto, un aumento del tráfico de personas que realizan compras durante los sábados, lo que causaría aglomeraciones en las tiendas comerciales. A ello se sumaría el riesgo de contagio en el transporte público, al incrementar el número de personas en las calles.
Ahora, si bien estos resultados no ofrecen información de alcance necesario para una comparación más robusta a nivel nacional, muestran grandes indicios de lo negativas y contraproducentes que pueden resultar las restricciones a la movilidad a fin de reducir la propagación del virus. En tanto, más allá de ello, ¿qué le falta al país para repotenciar su estrategia?
La experiencia de Uruguay muestra que la celeridad de las medidas adoptadas, el asesoramiento científico para la toma de decisiones y el uso de tecnologías innovadoras fueron los determinantes de una exitosa contención del coronavirus, según un artículo del Fondo Monetario Internacional. Ese país realizó tempranamente testeos masivos e hizo seguimiento comunitario a las zonas de brote, lo que favoreció una detección precoz del virus y el aislamiento sin recurrir a un confinamiento obligatorio.
Asimismo, una publicación del Banco Interamericano de Desarrollo sugiere poner en práctica los principios de la economía del comportamiento para potenciar las conductas preventivas. Para ello, primero se debería realizar un diagnóstico de las barreras conductuales, a fin de abordarlos con los elementos de la economía del comportamiento y adaptar el mensaje al contexto cultural.
Otra herramienta útil y que no se está usando para reforzar la estrategia de contención y adecuar a la pandemia a un mundo globalizado es la tecnología. Por un lado, esta ayudaría con el seguimiento adecuado de las personas contagiadas y sus posibles contactos, lo que puede servir para aquellas provincias o departamentos donde el número de contagiados aún es menor y puede ser controlado. Por el otro, la internet y los dispositivos tecnológicos han permitido que el comercio electrónico se sume a los esfuerzos para evitar el desplazamiento de las personas hacia el lugar de venta. Por ello, resulta primordial también promover la adopción de herramientas tecnológicas a nivel de micro y pequeña empresa, lo cual, además de adaptarlas a las demandas actuales, incrementaría su competitividad.
Todo lo expuesto evidencia que, más allá de las medidas restrictivas obligatorias, se necesita potenciar la estrategia de contención del virus con un trabajo conjunto de comunicación masiva hacia la población. Además, aprovechar las potencialidades de la tecnología y la información que esta nos provee resultará clave durante esta etapa. Empecemos a actuar en línea con lo que demanda la nueva normalidad, pero sin bajar la guardia.
[1] Incluye las tiendas de movilidad en lugares como supermercados y depósitos de alimentos, mercados de productores, tiendas de comida especializadas y farmacias.
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