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Las start-ups: una nueva fuente de desarrollo
Por ComexPerú / Publicado en Enero 30, 2017 / Semanario 877 - Actualidad
Sostener el crecimiento económico implica adoptar políticas de apertura
comercial, competitividad e innovación. Esto incentiva la inversión y la
implementación de tecnologías que permiten alcanzar mayor competitividad. Así,
la economía generará un stock de
conocimiento y experiencia empresarial que favorecerá la creación de empresas,
más empleo y una mayor variedad de bienes y servicios. En suma, mayor
productividad y bienestar.
En este contexto, cobra gran importancia un tipo especial de empresas,
las start-ups: micro y pequeñas
empresas (Mype) que utilizan innovación, desarrollo o comercialización de
nuevos bienes, procesos o servicios con contenido tecnológico o de propiedad
intelectual.
Como resalta el Banco Mundial (BM), un aspecto básico en el
funcionamiento y proliferación de estas empresas es el ecosistema donde operan.
Así, se han identificado 4 categorías en un ecosistema que lo hacen favorable
para el éxito de este tipo de emprendimientos: capital humano, activos
económicos, infraestructura (transporte, vivienda, servicios básicos y
telecomunicaciones) y financiamiento.
Para el BM, el financiamiento es la pieza clave para asegurar la
generación de las start-ups. Ello,
debido a que el emprendimiento, la inversión y el crecimiento económico padecen
cuando los ahorros se mantienen fuera del sistema financiero. Lamentablemente,
en el Perú, según cifras de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP, tan
solo un 20% de las Mype reciben financiamiento del sistema formal. De acuerdo
con el Ranking Global de Ecosistemas Start-up, elaborado por el BM, un 27%
del financiamiento que reciben las start-ups
proviene de fuentes extranjeras. Cabe resaltar que, entre países miembros del
Asia-Pacífico, el financiamiento dirigido a estas empresas alcanza un 30%. Por
ello, el Perú debe aprovechar al máximo las medidas de promoción de las
inversiones suscritas con dicho bloque.
Modelos a seguir:
Chile, Colombia e India
De acuerdo con el informe “Apalancando la ambición y la innovación
emprendedora”, elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en
inglés), Chile ocupa el primer puesto de 44 países en cuanto a porcentaje de
actividades innovadoras, sobre el total de emprendimientos (53%). Ello gracias
al impulso de la innovación mediante iniciativas como Start-up Chile, iniciada en 2010. En dicho programa se seleccionan
emprendedores internacionales para que trabajen en ese país y se les brinda US$
40,000 de capital. Asimismo, ha generado, desde 2011, alrededor de 1,000
proyectos y ha puesto énfasis en políticas de simplificación administrativa.
Desde 2013, por ejemplo, el proceso de creación de una empresa se simplificó y
digitalizó, por lo que, actualmente, se necesitan 5.5 días para registrar una
compañía en Chile, menos que el promedio de países integrantes de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que es de
9.2 días.
Por otro lado, Colombia tiene un gran número de empresas tecnológicas de
alto impacto, creadas por emprendedores con expectativas de generar mayor
empleo. De acuerdo con cifras del Monitor Global de Emprendimiento (GEM, por
sus siglas en inglés), más de un 54.4% de las start-ups colombianas esperan generar 6 o más puestos de trabajo en
los próximos 5 años, el porcentaje más alto de las 60 economías analizadas a
nivel mundial. Estos buenos resultados se dieron, a diferencia del caso
chileno, luego de que Colombia se enfocara en desarrollar un marco
institucional sólido que incentiva el aumento tanto en el número como en la
ambición de sus negocios, al hacer menos caro invertir y arriesgarse.
Finalmente, la India es el caso más sobresaliente a nivel mundial, ya
que ha sido la economía emergente cuyo ecosistema de start-ups ha mostrado un mayor crecimiento. Cabe decir que, solo en
2016, han recaudado US$ 3,000 millones en financiamiento. Mediante políticas
gubernamentales y la iniciativa Start-up
India, se brinda a este tipo de emprendimientos acceso a regímenes tributarios
y laborales acotados, facilidad para generar patentes, financiamiento, entre
otros beneficios. De esta manera se ha logrado que el país sea el tercero más
grande en cuanto a número de start-ups,
con 4,400 aproximadamente. Además, el número de empresas tecnológicas inscritas
aumentó un 70% entre 2013 y 2015.
Frente a los casos anteriores, el Perú tiene una de las tasas de
emprendimiento más altas de América Latina y el Caribe: un 22.2%, solo por
debajo de Ecuador (33.6%), Chile (25.9%) y Colombia (22.7%). Sin embargo, según
el reporte del GEM, desde 2010 tenemos la menor puntuación en 3 pilares clave
entre los miembros de la Alianza del Pacífico (AP); estos son: (i) políticas y
soporte gubernamental, (ii) programas estatales y (iii) transferencia de
investigación y desarrollo Estado-privado-academia.
Así, estas empresas tienen el potencial para generar un desarrollo
económico moderno, ya que crean nuevas soluciones de negocios que calzan con
las demandas domésticas. Sin embargo, su desenvolvimiento y los beneficios
potenciales para el crecimiento económico se ven limitados ante la pared de la
informalidad, señal de que, para el empresario, tributar e innovar no resulta
rentable. Mediante nuestros acuerdos de facilitación de comercio y promoción de
inversiones con la AP y un mayor acercamiento con la India, tenemos la
posibilidad de aprovechar el intercambio tecnológico e implementar de manera
conjunta sus iniciativas. Nuestro desarrollo debe ser uno del siglo XXI, ¡el
Perú no se puede quedar atrás en innovación!
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