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MOTORES DEL CRECIMIENTO EN CUIDADOS INTENSIVOS
Por ComexPerú / Publicado en Mayo 29, 2020 / Semanario 1027 - Economía

La actualización de cifras de producción y cuentas nacionales revela un panorama que ya muchos veíamos venir. Más allá de una inevitable contracción de la oferta y demanda agregada, es importante analizar cuáles fueron sus determinantes y en qué posición nos deja de cara al futuro. Así, tanto el sector público como el privado podrán ajustar sus estrategias de reactivación e implementar una respuesta más efectiva que sostenga las bases del crecimiento económico, además de los bolsillos de los peruanos.
De acuerdo con el informe técnico de producción nacional de mayo, publicado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la producción nacional durante el primer trimestre de 2020 mostró un nivel 3.39% menor a lo observado en el mismo periodo de 2019, y marzo fue el mes con la mayor caída en lo que va del año (-16.3%). Evidentemente, esa situación fue el resultado de un conjunto de factores desencadenados por la pandemia de la COVID-19 y la consecuente declaratoria de estado de emergencia nacional. Sectores productivos paralizados, miles de empleos estancados y una mayor presión financiera en empresas y hogares impactaron en gran medida la oferta desde los sectores productivos y la demanda por medio de la inversión y el consumo privado.
Los sectores productivos que más influyeron en este resultado (manufactura, construcción, comercio, minería, transporte y mensajería, turismo, servicios y pesca) evidenciaron un descenso en su producción agregada con respecto al primer trimestre de 2019. En suma, el deterioro en la producción de estos sectores contribuyó a reducir el crecimiento del PBI en 4.22 puntos porcentuales (pp), lo cual contrarrestó el aporte positivo de 1.16 pp generado en mayor parte por los servicios del Gobierno, el sector financiero, las telecomunicaciones y el sector agropecuario.
Cabe resaltar que, a pesar de esta coyuntura, el sector agropecuario fue uno de los pocos que creció durante este primer trimestre (+2.8%), impulsado por la solidez y continuidad de la producción agrícola (+3.4%) y la pecuaria (+2.4%). Este sector, uno de los catalogados como esenciales desde el inicio de la cuarentena, permitió que miles de familias, sobre todo en zonas rurales, continúen percibiendo ingresos y mantengan la relativa estabilidad en los precios de la canasta básica, en conjunto con esfuerzos públicos y privados por sostener y reforzar la cadena logística a nivel nacional.
CONSUMO E INVERSIÓN, FRENOS DE UNA EFECTIVA REACTIVACIÓN
Ahora bien, este panorama no fue ajeno a las proyecciones manejadas por los agentes económicos en vista de la inevitable paralización de actividades y reformulación de los protocolos de operación para diversos procesos productivos y servicios en la economía. La salud de los peruanos es la prioridad y su aseguramiento efectivo para todos, una condición necesaria antes de pensar en la reactivación económica. Sin embargo, una vez mostrados indicios de la superación de contagios, ¿podemos esperar que se retome la senda de crecimiento en el corto o mediano plazo?
La respuesta a esta pregunta depende de muchos factores tales como la recuperación de nuestros principales socios comerciales, los flujos de inversión futuros, la puesta en marcha de la inversión en infraestructura pública planificada, etc. Sin embargo, existen ciertos elementos que invitan a pensar que aún queda mucho trabajo para considerar en la implementación de políticas plenamente efectivas en materia de reactivación económica. Dos de estos elementos son el consumo y la inversión privada.
De acuerdo con cifras presentadas en último informe técnico del PBI trimestral, publicado por el INEI, tanto el consumo como la inversión privada han sufrido duros golpes en este primer trimestre. Por un lado, el consumo final privado (el gasto del ciudadano de a pie) se redujo un 1.7% con respecto al mismo periodo de 2019. De acuerdo con los resultados de la Encuesta Permanente de Empleo, esto se debió a una disminución del 0.4% en el ingreso promedio nominal de los trabajadores y una caída del 0.1% en el empleo, producto de la paralización de actividades y los despidos producidos durante la contingencia. Por otro lado, la formación bruta de capital físico privado (el consumo de las empresas privadas) disminuyó un 14.9% durante el primer trimestre, debido a una reducción de la construcción (-13.3%) y las menores adquisiciones de maquinaria y equipos (-5.8%).
Estas cifras son críticas pues, en la medida que el bolsillo de ciudadanos y empresas privadas haya sido fuertemente impactado y estos agentes económicos retraigan su consumo, se impondría una barrera en el potencial de gasto de la nueva oferta liberada. Entre otras consecuencias, esto podría resultar en una sobreoferta que desincentivaría posteriormente la actividad empresarial y reduciría la generación de empleos.
La economía peruana está pasando por uno de sus peores momentos y las secuelas se harán notar. La magnitud del impacto y su prevalencia en el día a día, y en el bolsillo del ciudadano, dependen únicamente de la voluntad de todos los peruanos y la adopción de medidas extraordinarias de reactivación económica y estímulo al consumo privado. De poco serviría reabrir sectores o liberar actividades económicas específicas si las personas no perciben una recuperación tangible de sus ingresos o no disponen de recursos para absorber la oferta reactivada.
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