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Oferta y demanda laboral: una brecha insostenible
Por ComexPerú / Publicado en Octubre 03, 2016 / Semanario 863 - Actualidad
![](https://www.comexperu.org.pe/upload/images/actualidad1-061217-112054.jpg)
Nuestro país
posee una estabilidad macroeconómica envidiable, además de una las tasas de
desempleo más bajas del mundo, lo que muestra un panorama más que positivo de
nuestra economía. Sin embargo, también somos un país cuya economía ha progresado
más que su educación, lo que ha desencadenado en un panorama insostenible: una
brecha entre la oferta y demanda laboral. Prueba de ello es que, según la
Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), en 2015, el subempleo[1]
afectó a un 47.3% de la población económicamente activa (PEA) ocupada, es
decir, a más de 6 millones de peruanos. Además, la subutilización de
competencias también revela esta brecha, dado que, según el Ministerio de
Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), esta llega a un 42% para profesionales con
educación universitaria completa y a un 58.6% para profesionales con educación
superior no universitaria.
Y es que nuestro
crecimiento no ha estado liderado por una mejora del capital humano, lo que nos
pasa la factura en términos de mejora de la competitividad. Por ejemplo, un
estudio realizado por Eric Hanushek, economista especializado en educación de
la Universidad de Stanford, revela que el PBI peruano crece 2 puntos
porcentuales menos cada año por contar con una educación de baja calidad.
En tal sentido,
debemos prestar especial atención al mercado laboral, pues si seguimos formando
profesionales que no se requieren, estos terminarán en el subempleo o
desempleados. Por ejemplo, en 2015, la concentración de estudios universitarios
se dio en las carreras de Administración de Empresas (11%), Contabilidad y
Finanzas (10%) y Derecho (10%), mientras que las carreras relacionadas a las
disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas
en inglés) tuvieron menor demanda, a pesar de ser las más requeridas por los
empleadores, según un informe de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE). Por su parte, según un informe del Sistema
Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa
(Sineace), tan solo un 14.9% de las personas que estudiaron una carrera técnica
en el país laboran en su área, lo que revela esta falta de sincronía entre el
mercado de trabajo y la formación educativa.
El panorama no
es muy positivo, pues según la Encuesta de Escasez de Talento 2015, elaborada
por ManpowerGroup, somos una de las tres economías a nivel mundial, junto a
Japón y Hong Kong, con mayor dificultad para cubrir sus vacantes. En efecto, el
68% de los empleadores a nivel nacional enfrentaron dificultades para cubrir
sus puestos, mientras que a nivel mundial dicha cifra asciende al 38%. Tal
contexto es preocupante, ya que muestra una tendencia creciente al
incrementarse en 58 puntos porcentuales desde 2011.
Cifras estancadas, desarrollo
en pausa
En los últimos
10 años, la estructura del mercado laboral no ha variado en gran medida. Por
ejemplo, un 33.5% de la PEA se desempeñó como independiente no profesional ni
técnico, tanto en 2005 como en 2015. Este panorama se agrava aún más con la
informalidad, pues, en la última década, la PEA ocupada juvenil[2]
que labora en un empleo informal tan solo ha descendido 8.4 puntos porcentuales
y se situó en un 79.5% en 2015.
Dado el contexto
anterior, se deben buscar soluciones que apunten hacia una fuerza laboral más
capacitada y en sintonía con el sector productivo. Nuestro país enfrenta un
gran déficit de profesionales, sobre todo de técnicos, panorama que no ha
mejorado sustancialmente en los últimos años. Esto se debe, en parte, a que en
nuestro país la educación técnica es infravalorada, lo que contrasta
notablemente con las economías asiáticas, donde el crecimiento de la
productividad ha sido elevado en las últimas décadas. Por ejemplo, en 2015, tan
solo un 13.8% de nuestra PEA ocupada poseía una formación superior no
universitaria, mientras que en economías como Singapur dicha cifra alcanza un
22.9%. Otra tendencia preocupante es que la proporción de técnicos ocupados ha
ido cayendo desde 2012 a nivel nacional, a pesar de que hay más egresados en
este nivel. A esto se suma el número creciente de jóvenes que no estudian ni
trabajan (NINIs), que desde 2011 se ha incrementado un 13.7% y actualmente
asciende a 1.7 millones de jóvenes. Esto, además del subempleo existente en
nuestro país, es el fiel reflejo de un mercado laboral no articulado a la
oferta y la demanda educativas.
Tenemos
grandes retos, pues según el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en
inglés) nos encontramos en el puesto 76 en cuanto a las habilidades de la
fuerza laboral actual, pero en la posición 90 si hablamos de la futura fuerza
laboral. No obstante, también poseemos grandes oportunidades: el bono
demográfico más grande de nuestra historia. Y políticamente se tiene el
respaldo, pues según el estudio de opinión realizado en agosto por Ipsos, un
61% de los peruanos considera que la educación pública mejorará al final de
este Gobierno y un 42% señala que esta debería ser una prioridad. Entonces,
hagamos de nuestro sistema educativo una fortaleza y no una debilidad porque,
sin duda, una educación de mayor calidad y mejor articulada a la demanda
laboral es la clave para seguir reduciendo la pobreza y así mejorar la
competitividad y la calidad de vida de más peruanos.
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