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PROBLEMÁTICA DEL SECTOR TEXTIL NO SE SOLUCIONA NI CON ARANCELES NI CON SALVAGUARDIAS
Por ComexPerú / Publicado en Julio 03, 2020 / Semanario 1032 - Comercio Exterior
Como muchos otros sectores, el sector textil ha experimentado una caída en sus exportaciones durante el estado de emergencia. Según cifras de la Sunat, en el periodo de enero-abril, estas ascendieron a US$ 295 millones, un 35.4% menos respecto al mismo periodo en 2019. Particularmente en marzo y abril, las exportaciones del sector se redujeron un 38.1% y un 88.4%, respectivamente, si se comparan con los mismos meses del año anterior.
En el mes de abril, las exportaciones a nuestros tres principales clientes, EE. UU., Brasil y Chile, cayeron notoriamente, en especial al primero, ya que pasaron de US$ 52 millones en 2019 a US$ 4 millones en 2020 (-92.5%). En el caso de Brasil, las exportaciones sumaron un valor de US$ 1.6 millones (-65.2%), mientras que en el de Chile sumaron US$ 1.4 millones (-81%). Entre los productos con las mayores caídas interanuales en este mes están los t-shirts de algodón de un solo color (cuyos envíos pasaron de US$ 10.7 millones a US$ 0.7 millones), los demás t-shirts de algodón (de US$ 11.5 millones a US$ 1.3 millones) y el pelo fino cardado o peinado de alpaca o llama (de US$ 7.8 millones a US$ 0.8 millones).
La paralización de la producción, la cancelación de órdenes del exterior y la reducción del consumo son los factores detrás del menor desempeño de nuestros envíos. Por supuesto, estos mismos factores han afectado las importaciones de textiles, las cuales cayeron un 18% en los primeros cuatro meses del año, al sumar US$ 538 millones, mientras que en los meses de marzo y abril retrocedieron un 42.7% y un 18.8%, respectivamente.
Si bien nuestras compras a China, principal país de origen, se redujeron, en abril solo cayeron un 4.5% debido a las mayores compras de mascarillas de protección, el producto más importado. De sus importaciones, que equivalen a US$ 18 millones, casi el 96% provino del gigante asiático. Entre otros productos que sobresalieron en abril están las demás lanas peinadas enrolladas en bolas (US$ 4 millones) y los suéteres, pullovers, cardigans, chalecos y artículos similares (US$ 4 millones).
¡EL PROTECCIONISMO NO ES LA SOLUCIÓN!
Ahora bien, recientemente, diversos actores del sector han alzado su voz para pedir “protección” al Estado, en la forma de beneficios arancelarios, ya que consideran que durante la pandemia ha existido un “excesivo” nivel de importaciones y la presencia de bienes subvaluados.
Sin embargo, ¿bajo qué números se podría juzgar que ha habido importaciones excesivas? Ya hemos visto que no se han incrementado en el periodo enero-abril, y si consideramos solo los dos meses en cuarentena, estas cayeron un 31.9% respecto de 2019. Tampoco parece haber un caso excepcional más allá de las mascarillas, pues los productos que más se importaron durante marzo y abril también tuvieron caídas, como los suéteres, pullovers, cardigans, chalecos y artículos similares (-29.8%); los hilados texturados de poliéster (-32.4%); las casacas (-26.3%); entre otros[1]. Y si el “problema” para quienes reclaman es que las importaciones no cayeron más, ¿ello no sería justamente porque al no haber producción la alternativa natural es importar?
Por otro lado, una vez más se habla de utilizar los aranceles y hasta se recomienda la aplicación de salvaguardias para combatir la subvaluación, cuando esto es una solución ineficiente que poco, por no decir nada, hace para enfrentar la problemática en cuestión. La subvaluación es un delito aduanero que ocurre cuando un importador declara un valor del producto importado inferior al de su mercado de origen a fin de reducir el pago de aranceles. Anteriormente, hemos expuesto cómo por tipo de importador y por la zona de entrada al país hay diversos signos de este comportamiento ilegal (ver semanarios 958 y 833). Por consiguiente, corresponde a la Sunat y otras entidades involucradas realizar una correcta fiscalización e investigación[2], identificar a los malos importadores y ejercer todo el peso de la ley.
Responder a la subvaluación con aranceles o salvaguardias no es más que una medida proteccionista que traería perjuicios al consumidor vía mayores precios, algo a todas luces incorrecto sobre todo en un contexto en el que los ciudadanos tienen sus bolsillos golpeados. En adición, desincentivaría el comercio exterior y podría acarrear repercusiones por parte del ordenamiento legal internacional.
Si quienes con tanto ímpetu convocan a las autoridades perciben que no podrán competir con la oferta extranjera al reinicio de operaciones, en lugar de enfrascarse en estos pedidos, deberían con las mismas ganas trabajar en atacar las trabas y los cuellos de botella estructurales que por años han perjudicado al sector. Nos referimos a la informalidad; la poca innovación en la cadena, que se traduce en una baja productividad estancada; la falta de una adecuada infraestructura; la incapacidad de escalar en tamaño y niveles de producción, etc. Especial énfasis le damos a la automatización y digitalización de la industria como factores por desarrollar con fuerza, ya que la nueva normalidad exige adaptarse al modelo de comercio electrónico para ser competitivo.
Mejorar la competitividad del sector es la clave para dar un nuevo impulso a la producción y exportaciones de textiles. Algo que ningún arancel puede generar.
[1] Hay que ir hasta el treceavo bien más importado para encontrar un aumento de las importaciones de marzo-abril de 2020 con respecto a dicho periodo en 2019.
[2] Para ello, existen herramientas como el Decreto Supremo 151-2020-EF, que identifica mercancías susceptibles al fraude y cómo aplicarles correctamente el impuesto general a las ventas.
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