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Reconstrucción y prevención: perdemos la brújula
Por ComexPerú / Publicado en Marzo 20, 2017 / Semanario 884 - Actualidad
Una vez más, vemos reavivado el debate en torno a la inversión en
prevención y respuesta ante eventos naturales que afectan de manera periódica
al país. Hoy por hoy, la discusión se ha orientado al cuestionamiento de
ciertos proyectos de infraestructura deportiva y extractiva, en alusión a que
desvían los recursos públicos, lo que impide asignarlos a reconstrucción, ayuda
humanitaria y prevención de desastres naturales.
Últimamente, la situación de emergencia se ha propagado en intensidad y
magnitud; sin embargo, la opinión pública se ha desviado de los temas centrales
que la generan. Estos son la asignación eficiente de recursos y la calidad en
la ejecución del gasto público. Así, si bien existen recursos monetarios que
son ejecutados, estos no atienden de manera eficiente la problemática nacional
y su puesta en marcha genera resultados poco significativos en materia de
prevención de desastres naturales.
Desborde de
ineficiencia
El término clave aquí es la escasez, que es el punto de partida para
toda política pública y asignación presupuestaria, pues guía la asignación
eficiente de los recursos limitados hacia rubros prioritarios y de interés
nacional. Así, tal parece que, desde Gobiernos pasados, aún se mantienen
inversiones que distan mucho de satisfacer estos objetivos. Claramente, la
inversión de PetroPerú en la refinería de Talara es una de ellas y ha sido el
detonador de la discusión previamente descrita.
La “modernización” de Talara es un proyecto sin retorno social de US$
5,400 millones desembolsados en parte por el Estado, que solo traerá un flujo
de US$ 3,180 millones, a valor presente. Además, en el Perú solo se refinaron,
en 2016, cerca de 142,000 barriles de petróleo por día y se tiene un déficit de
balanza comercial de 28.4 millones de barriles y en aumento, según cifras del
Ministerio de Energía y Minas; claramente un desembolso innecesario (ver Semanario N.° 755).
Sin embargo, la solución no pasa por transferir el gasto público de un
rubro a otro, sino de la eficiencia y la efectividad del mismo mediante
proyectos de infraestructura y programas de prevención. El presupuesto que se
manejó a inicios del año para este rubro sumó S/ 500 millones, de acuerdo con
cifras del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF); no obstante, según últimos
anuncios, se sumarían S/ 2,500 millones adicionales.
Los desastres naturales ocurridos en 1983 y 1998 generaron mayores
destrozos en zonas costeras, predominantemente en la costa norte del país, situación
que se replica actualmente. Estos, según cifras oficiales, le costaron al país
hasta 12 puntos y 6 puntos del PBI, respectivamente.
Ahora bien, el hincapié en el tema del presupuesto público recae
principalmente en su ejecución, tanto en porcentaje logrado como en su calidad.
De acuerdo con cifras del portal de transparencia del MEF, en 2016, la
ejecución presupuestal a nivel de gobierno regional fue, en promedio, del
88.9%; y al 15 de marzo de 2017, alcanzó un 15.3%. Departamentos como Piura,
Lambayeque, La Libertad y Tumbes (los más afectados) ejecutaron un 89%, 92%,
92% y 90% de su presupuesto institucional modificado (PIM) en 2016. De la misma
manera, la tan mencionada partida presupuestal N.° 0068, “Reducción de
vulnerabilidad y atención de emergencias por desastres”, no sufre de
subejecución. Los Gobiernos regionales de Tumbes y Piura, por ejemplo, han
alcanzado niveles de ejecución del 96.6% y el 94.7%, destinados en su mayoría a
proyectos de construcción de defensas ribereñas y desarrollo de medidas de
intervención.
Inversión privada
a la orden
Las cifras presentadas desmienten la subejecución, pero dejan en duda
problemas aún mayores: la escasez permanente de recursos, la ineficiencia
constante en el gasto, los proyectos mal ejecutados y la posibilidad de
corrupción en los mismos. Así, se demuestra una vez más la incapacidad de los
gobiernos regionales para gestionar una gran cartera de obras en
infraestructura de todo tipo. Ante ello, la opción más viable recae, sin dudas,
en el apoyo de la inversión privada.
El modelo económico actual (las relaciones público-privadas) cuenta con
mecanismos efectivos para atraer a la inversión privada en materia de inversión
en bienes y servicios públicos, tales como reconstrucción frente a desastres e
infraestructura de prevención. Así, resalta el de obras por impuestos,
mecanismo que ha generado S/ 2,738 millones en inversiones desde 2009 y
concentra más de un 11% de este monto en seguridad y saneamiento. Si bien un
13% y un 7% de esta inversión se localizó en Piura y La Libertad,
respectivamente, aún queda un muy amplio margen para que las empresas en la
zona norte del país inviertan vía este mecanismo.
Esta historia de nunca acabar revela que no se cuenta con un programa
claro de prevención y reconstrucción, y mucho menos con capacidades para
gestionarlo. Si hoy le preguntáramos a cada peruano dónde quisiera que se
destine el 51% de sus impuestos, sería evidente la falta de asignación
eficiente y priorización de los recursos fiscales. ¿Cuánto más tendrá que pasar
para darnos cuenta de esto?
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