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UN LARGO CAMINO EN LA COMPETENCIA GLOBAL
Por ComexPerú / Publicado en Octubre 18, 2019 / Semanario 1004 - Actualidad
La competitividad y la productividad son términos comúnmente relacionados cuando nos referimos a las capacidades que tiene un país para desempeñarse en materia económica y generar riqueza a través de diferentes sectores productivos. De acuerdo con el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), la competitividad económica se puede definir como el conjunto de instituciones, políticas y factores internos de un país que determinan su nivel de productividad. Además, a esta definición podemos agregar que son justamente estos factores los que también influyen en el nivel de ingresos y bienestar a los que puede aspirar la población, ya que, en gran parte, la calidad de los servicios públicos, el entorno económico local y la legislación van de la mano con la productividad y la competitividad del país en su conjunto.
De esta manera, con el objetivo de evaluar anualmente el progreso en materia de competitividad económica y su transmisión hacia una mayor productividad y bienestar social, el WEF publicó recientemente el Reporte de Competitividad Global 2019. Esta es una herramienta que contribuye a que los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil puedan trabajar en conjunto para potenciar la productividad y el bienestar en sus economías, al medir el desempeño de 114 indicadores divididos en 12 pilares.
Como comentamos en la edición anterior, el Perú ha retrocedido en el ranking por sexto año consecutivo, al ocupar la posición 65 de 141 países analizados, dos puestos menos que la edición de 2018. Al desagregar este resultado, salta a la luz que el Perú ha retrocedido en 8 de los 12 pilares que contempla este reporte: Instituciones, Infraestructura, Adopción de TIC, Mercado de Productos, Mercado de Trabajo, Sistema Financiero, Dinamismo Empresarial y Capacidad de Innovación.
En cuanto al desempeño de la región, la mayoría de las economías de América Latina ha retrocedido en esta edición. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), este panorama se debe al deterioro de los precios internacionales de las principales exportaciones de la región, condición que ha repercutido en la producción nacional y en el crecimiento de estas economías. Además, la Cepal destaca que han existido dos factores internos comunes que también juegan un rol en estos resultados: la inestabilidad política que influye en el nivel de institucionalidad y la insuficiente capacidad para innovar. En este contexto, a nivel general, el Perú se ubica por debajo de Chile (puesto 33), México (58) y Colombia (57), pares de la Alianza del Pacífico, y ha sido, junto con México, uno de los pocos en la región que ha experimentado retrocesos de competitividad por más de 3 años consecutivos.
¿CUÁNDO ARRANCAMOS?
Más allá de un análisis detallado de los resultados para el Perú, que revela una foto del momento, debemos plantearnos medidas concretas para superar el rezago de competitividad que vemos año a año.
Por ejemplo, si solo pensamos en Infraestructura, Instituciones, Mercado Laboral, Dinamismo Empresarial e Innovación (algunos de los pilares con mayores rezagos a lo largo del tiempo), resultaría clave acentuar la necesidad de destrabar grandes proyectos en infraestructura de transporte aéreo y carga, así como la promoción de mecanismos de colaboración público-privada que permitan acelerar inversiones en servicios básicos (ver Semanario 1002).
Además, el fortalecimiento del sistema de justicia y las instituciones se vería favorecido con la implementación del expediente judicial electrónico, la implementación de la reforma de partidos políticos, entre otras medidas. En materia del mercado laboral, destaca la modernización del régimen de micro y pequeñas empresas, así como temas pendientes en regulación de modalidades formativas laborales y fortalecimiento de la educación técnica. Finalmente, para incrementar la competitividad por el lado del dinamismo empresarial y la innovación, resultaría fundamental un análisis de calidad e impacto regulatorio que priorice la estabilidad en las “reglas de juego” en la economía e incentive la simplificación administrativa y burocrática para hacer empresa en el país. Además, urge ampliar los beneficios para las empresas que inviertan en investigación y desarrollo en los sectores productivos.
Si bien muchas de estas medidas están ya contempladas dentro del Plan Nacional de Competitividad y Productividad (PNCP) y del Plan Nacional de Infraestructura para la Competitividad (PNIC), su ejecución y seguimiento deben ser un tema prioritario ante las brechas que persisten a lo largo del tiempo en cuanto a productividad.
Los resultados expuestos en el reporte de este año no son noticia nueva. Año tras año, llega la época en la cual este, junto con otros indicadores relevantes como el Doing Busines o el Índice de Desempeño Logístico, publicados por el Banco Mundial, actualizan sus resultados y muestran cómo el Perú avanza a un menor ritmo que sus pares en la región y se mantiene lejos de los países desarrollados. Sin embargo, la foto del momento y el análisis coyuntural hacen poco por atacar las principales problemáticas en materia de infraestructura, estabilidad política, facilidad para hacer negocios e innovación.
Estos resultados son un llamado a la acción para los hacedores de política, quienes deben redirigir su atención a las recientemente aprobadas hojas de ruta económica, como el PNCP y el PNIC. Ambos documentos son un reflejo de una visión clara de largo plazo que trasciende a Gobiernos de turno y coyunturas nacionales e internacionales, y ponen al Perú por delante. Sin embargo, es primordial considerar la credibilidad y capacidad de ejecución por parte de las instituciones políticas como piedra angular de cualquier medida que aspire a elevar la competitividad del Perú. ¡El Perú necesita acelerar en la competencia global!
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