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El crédito en la economía peruana
By ComexPerú / Published in May 15, 2017 / Weekly 891 - Topicality

Desde inicios de siglo, la economía internacional ha estado caracterizada por una rápida expansión del crédito en la mayoría de mercados emergentes. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), diversos factores, entre ellos el incremento en los ingresos reales, la estabilidad macroeconómica, el desarrollo de mercados de capitales domésticos, así como la introducción de nuevos instrumentos financieros, han favorecido este proceso, el cual ha tenido un impacto significativo en el crecimiento de la actividad económica.
En
dicho contexto, el Perú no ha sido la excepción, y en las últimas décadas el
sistema financiero ha experimentado una transformación notable. De acuerdo con
la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS), en el periodo 1994-2014, los
créditos crecieron a una tasa promedio anual cercana al 15%, con lo que el
crédito al sector privado pasó de representar un 15% del PBI a inicios de este
periodo a un 39% al final del mismo. Cabe mencionar que, a 2016, el crédito del
sector privado representó un 41% del PBI (29% en moneda nacional y 12% en
extranjera), según cifras del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP).
Asimismo,
la dolarización de los créditos, que a inicios del año 2000 era cercana al 80%,
ha disminuido significativamente hasta bordear el 31% hacia inicios de 2017.
Esto evidenciaría los resultados favorables de las políticas orientadas a
incentivar a las entidades financieras a que otorguen más créditos en soles,
así como la mayor concientización de los agentes respecto a la importancia de
mantener deudas en la misma moneda en la que perciben sus ingresos.
Ahora bien, ¿cuál
es el impacto del crédito en una economía? En principio, de acuerdo con el FMI,
el crédito alimenta la actividad económica, puesto que permite a las empresas y
hogares realizar gastos de consumo e inversión por encima de lo que permiten sus
ingresos corrientes. Además, un mejor acceso al financiamiento, a través de
créditos, tiene el potencial de fomentar el crecimiento económico, ya que
impulsa la acumulación de capital y la productividad total de los factores, al
movilizar los ahorros y permitir la innovación tecnológica. De esta manera, los
créditos son una herramienta fundamental del sistema financiero y de toda
economía, pues permiten reasignar el capital al transferirlo desde los agentes
que lo tienen a aquellos que lo requieren. Esto genera que el dinero sea
rentable, lo que favorece una mayor eficiencia en la economía.
Dado lo
anterior, es importante notar que el crédito al sector privado ha venido experimentando,
en los últimos meses, tasas de crecimiento menores a las observadas en años previos.
Así, su ritmo de expansión se ha reducido del 9.1% en marzo de 2016 al 5.6% en
marzo de este año. ¿Qué explica esta desaceleración? La teoría económica
sugiere que el crédito al sector privado responde ante cambios en la demanda
interna y el PBI. En efecto, este escenario sería consecuencia del débil
desempeño de la demanda interna, la cual apenas creció un 0.9% en 2016, la tasa
más baja desde la crisis económica de 2009.
En línea con lo
anterior, como bien sostiene el BCRP, para el caso de las empresas bancarias,
la desaceleración del crédito no ha sido homogénea entre sectores, pues ha sido
más intensa en aquellos en los que se ha observado un menor nivel de inversión (por
ejemplo, el sector minería), o en los sectores en los que la actividad económica
ha perdido dinamismo (como la construcción, el comercio y la manufactura,
sectores que, históricamente, han representado más de la mitad de los créditos
empresariales).
Del mismo modo, el otorgamiento de cualquier préstamo debe estar respaldado por los ingresos y la solvencia (en otras palabras, la capacidad de pago) de los deudores. Por ello, un factor importante a tener en cuenta es el grado de morosidad del sistema financiero, ante el riesgo de que algunos créditos no sean sostenibles en el tiempo. De acuerdo con cifras de la SBS, el índice de morosidad de los créditos de la banca múltiple se situó en un 3.01% al cierre de marzo de este año, tasa mensual que sería la más alta de los últimos 12 años. A nivel desagregado, los tipos de crédito con mayor grado de morosidad fueron aquellos dirigidos a la pequeña (9.41%) y mediana empresa (6.84%). Esto último se debería a la mayor sensibilidad de estos segmentos del mercado a la desaceleración del crecimiento económico, lo que afecta negativamente su actividad productiva y, con ello, su capacidad de pago.
Es
común decir que el crédito es una variable procíclica, es decir, que tiende a
aumentar durante las expansiones económicas y a disminuir durante las
contracciones económicas. No obstante, como hemos visto, también existe una
causalidad entre el crédito y la actividad económica que opera en ambas
direcciones, por lo que una política monetaria más laxa permitiría reactivar la
expansión del financiamiento y, en cierta medida, de la economía.
Finalmente,
cabe recordar que el avance en la evolución del crédito debe complementarse con
mejores condiciones para que la población pueda interactuar y acceder al
sistema financiero, así como con esfuerzos para consolidar una mayor educación
y responsabilidad crediticia.
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