El Perú mantiene un ritmo de crecimiento insuficiente. La situación es aún más preocupante al interior del país. La dependencia en pocas actividades incrementa la volatilidad económica de cada región. Por esto, son más susceptibles al manejo inadecuado desde el Estado. 

La economía peruana creció un 3.3% el año pasado. De mantenerse esta tendencia, tendrán que pasar más de 60 años para convertir al Perú en un país de ingresos altos, según recientes declaraciones del Banco Mundial. Este rezago limita la reducción de brechas sociales y desigualdades persistentes, como la pobreza monetaria, la informalidad, entre otras. 

Es preocupante el retroceso en algunos departamentos. En Pasco, la actividad económica se contrajo un 2.8% durante el año pasado, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Esto lo situó como el peor resultado en 2024. Una situación predecible, pues acumuló los tres últimos trimestres en negativo, pero que amenaza con extenderse a este año. 

En Pasco, solamente se contrajo la minería e hidrocarburos (-7.7%). El segundo trimestre fue el más grave para el sector, con una reducción del 18.8%, debido a la invasión y el bloqueo de operaciones en la unidad minera Colquijirca. La situación logró resolverse, pero desde octubre se volvió a suspender la actividad hasta por tres años en la misma unidad por retrasos en la aprobación de la Modificación de la Evaluación de Impacto Ambiental (MEIA). 

Los retrasos administrativos habrían influido en esta situación, incluyendo los relacionados con cambios normativos recientes sobre el trámite de las evaluaciones ambientales, según declaraciones de la misma empresa. Esta situación es recurrente en el sector, donde la tramitomanía del Estado genera excesivos procedimientos, trámites duplicados, demoras en aprobar autorizaciones, entre otros. En consecuencia, limita la operación de proyectos existentes, pero también desincentiva nuevas inversiones (ver Semanario 1211). 

Revisar los procedimientos del sector minero es fundamental, porque pueden perjudicar a varios departamentos que todavía dependen sustancialmente de esta actividad. Por ejemplo, el sector explicaba casi o más de la mitad del PBI en Apurímac (59.5%), Pasco (56.3%), Moquegua (46%), Áncash (44%), Cusco (41.9%) y Tacna (40.5%) en 2023, según el INEI. En contraste, en promedio, contribuía con el 13.1% de la actividad económica nacional. Simplemente, los departamentos todavía no logran diversificarse. 

RESULTADOS DEPARTAMENTALES

El segundo peor resultado fue el de Amazonas (-2.4%). El desempeño de dos sectores explicó la situación: agropecuario (-4.8%), pero sobre todo construcción (-22.6%). La ausencia de desarrollo económico en el departamento es tan severa que el crecimiento depende sustancialmente de la inversión pública en infraestructura. El retroceso se debió a problemas en la ejecución de infraestructura de transporte en las provincias Chachapoyas, Bongará y Luya; en obras de agua y saneamiento en el distrito de Río Santiago; y los hospitales Santiago Apóstol de Utcubamba y María Auxiliadora. 

Le sigue Ucayali (-0.8%), donde la contracción también se concentró en solo dos sectores: agropecuario (-10.7%) y minería e hidrocarburos (-16.6%). El primero fue severamente afectado durante el segundo trimestre (-30.2%), porque una enfermedad fungosa casi desaparece la producción de cacao, mientras que climas adversos redujeron a más de la mitad las cosechas de yuca, café y maíz duro amarillo. Por su parte, la explotación de petróleo y gas natural disminuyeron considerablemente durante el tercer y cuarto trimestre del año.

Solo estos tres departamentos registraron un retroceso económico durante el año pasado, pero crecer por debajo del promedio nacional también es alarmante. Sobre todo, para Áncash (+2.8%), con un rebote insuficiente para revertir la contracción de 2023. Este había sido afectado por la reducción significativa en la extracción y procesamiento de anchoveta, que perjudicó la pesca y la manufactura. Ambos sectores lograron recuperarse el año pasado, pero la menor producción minera durante el segundo y cuarto trimestre limitó el crecimiento. 

Por otro lado, los resultados de Puno (+12.2%), el departamento que más creció el año pasado, deben tomarse con cautela. Esto se fundamentó en el rebote del sector agropecuario (+57.5%), tras haberse contraído un 26% durante 2023. La recuperación se explicó por la mayor producción de quinua, cebada grano, papa y alfalfa, que habían sido afectadas por las heladas y la ausencia de lluvias. También contribuyó el sector minería e hidrocarburos, sobre todo durante el primer trimestre (+127%), porque en el mismo periodo de 2023 se había paralizado la extracción de estaño por conflictos sociales. 

Otros departamentos que habrían crecido impulsados por una recuperación total o parcial del año previo son Tumbes, La Libertad, Lambayeque, Ayacucho, Lima, Cajamarca y Arequipa. Esta situación evidencia el reto actual de revisar las limitaciones que enfrentaron e impulsar un mayor desarrollo económico que no dependa de únicamente uno o dos sectores económicos.