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Ha llegado la hora de actuar
Por ComexPerú / Publicado en Agosto 29, 2016 / Semanario 858 - Actualidad

Durante el
presente año hemos visto cómo el contexto político ha atravesado un proceso
electoral con una turbulencia considerable para, ya casi a fines del octavo
mes, encontrarse en una situación definitivamente más apaciguada.
En el Semanario N.° 835 mostramos cómo
el proceso electoral genera cambios en las expectativas de los agentes
económicos debido a la incertidumbre que genera. De forma específica,
analizamos el rol de la confianza de los empresarios, cuyas decisiones de
inversión están fuertemente relacionadas con las expectativas que tienen sobre
el país, lo que es sumamente importante, pues cuando estas son negativas la
inversión se reduce. Así, observamos que el Índice de Confianza Empresarial[1],
elaborado por el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), había caído en enero
de este año 11 puntos con respecto a su valor hace un año.
¿Cómo se
encuentra este índice ahora? Los últimos datos del BCRP revelan que este ha
crecido de manera importante. En el mes de abril, se encontraba en 54 puntos, 8
puntos más que su valor en marzo. Esta gran subida se explica por el resultado
de la primera vuelta, que mantuvo a dos candidatos percibidos como amigables
con el mercado. Cabe resaltar que ello devolvió las expectativas a un valor
mayor a 50 puntos, que de acuerdo con la metodología del BCRP es el valor
mínimo para considerar perspectivas positivas de la economía. Otros indicadores
también reflejaron una renovada confianza en aquel momento. Por ejemplo, el
mismo día de los resultados de la primera vuelta, el Índice General de la Bolsa
de Valores de Lima (BVL)[2]
subió un 8.6% y el tipo de cambio[3]
se redujo un 2.9%.
Por otro lado,
en el mes de julio, el índice se ubicó en 61 puntos, lo que significa un
crecimiento récord del 43.4% (18 puntos) en el periodo de enero a julio en un
año de elecciones. En este mismo periodo, en 2006 el índice creció un 29.4%,
mientras que en 2011 tuvo un crecimiento negativo del 22.7%. Al mismo tiempo,
de acuerdo con el BCRP, gracias a que el índice se encuentra por encima de los
60 puntos, se han recuperado niveles de confianza no vistos desde 2013 (cuando
el PBI real crecía, trimestralmente, a tasas entre un 4 y un 6%).
A partir de
estos datos podemos inferir que hay una gran expectativa por parte del sector
privado respecto de la economía peruana. Esto es sumamente positivo para
revertir la tendencia de la inversión privada, que continúa reduciéndose, al acumular
diez trimestres de caída consecutiva, según el BCRP. La recuperación de la
confianza de los inversores es muy importante para el crecimiento, como indica el
gerente de Estudios Económicos del BBVA Research, Hugo Perea, al mencionar que la
economía tendrá un crecimiento del 4.3% en 2017, impulsada principalmente por
la confianza empresarial y por el desarrollo de proyectos de inversión en
infraestructura, que estima serán equivalentes a US$ 4,457 millones.
Además, la designación
del nuevo gabinete ministerial y la presentación de medidas a adoptar en los
próximos días han generado un nuevo aire de optimismo sobre el futuro del país.
Sumado a ello se encuentran otras variables que han mejorado: el producto bruto
interno (PBI) aumentó un 4.1% en el primer semestre, en relación al mismo
intervalo de tiempo en 2015; la inflación (medida como la variación del índice
de precios al consumidor de Lima) a 12 meses de julio fue igual al 2.96%, con
lo que volvió al rango meta del BCRP (entre 1% y 3%), y el sol se ha apreciado
un 5.92% desde febrero de este año, cuando el tipo de cambio alcanzó su valor
más alto (US$ 3.51 por sol). Parece, entonces, que nos encontramos en un
esperanzador punto de partida.
Es por eso que,
de ahora en adelante, lo primordial será que el Gobierno implemente una
correcta política económica que permita dar al país ese salto hacia adelante
que le hace falta. Esta deberá ser una tarea para todos los niveles del Estado,
al igual que para todas sus instituciones. Ya sabemos lo que una mala política
económica puede hacer, pues el Perú lo experimentó entre 1980 y 1990, en la
llamada “década perdida”, cuando el PBI per cápita retrocedió hasta un nivel
similar al de 1960. La clave estará en la ejecución de las reformas
estructurales que se han planteado: la desregulación y simplificación de
procesos que solo generan trabas, la reforma laboral e impulso de la formalización,
la oferta de servicios públicos de calidad, una mayor inversión en
infraestructura pública con más participación privada, y reformas políticas que
mejoren la eficiencia del Estado.
El objetivo final es el desarrollo del país a través de un crecimiento
alto y sostenido, es decir, el crecimiento del PBI potencial, a fin de que se
produzcan más bienes y servicios, aumente la población económicamente activa y
suban los ingresos de las personas. Pero como indica el nuevo ministro de
Economía y Finanzas, Alfredo Thorne, este no se moverá si no se hace nada. La
confianza ya la tenemos, ha llegado la hora de actuar.
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