¿Esto no es lo que estabas buscando?
Vuelve a definir los parámetros de tu búsqueda.
… las asociaciones público-privadas también podrían darse en la gestión pública?
Por ComexPerú / Publicado en Octubre 03, 2016 / Semanario 863 - ¿Sabías que..

Mucho se habla de la necesidad de promover la incorporación del sector
privado en el financiamiento de obras públicas, para así reducir la gran brecha
de infraestructura existente. Es por este motivo que existe en el país un marco
legal que regula la promoción de la inversión privada mediante asociaciones
público-privadas (APP), pero que solo se limita a la promoción de la inversión
privada para el desarrollo de infraestructura pública, servicios públicos,
servicios vinculados a estos, proyectos de investigación aplicada o innovación
tecnológica, y la ejecución de proyectos en activos.
Si bien consideramos que los resultados hasta ahora
obtenidos con esta modalidad son positivos, creemos que aún existe mucho techo
para una mayor participación del sector privado en determinadas áreas de la
administración pública, que ayude a fortalecer tanto la gobernanza como la
ejecución eficiente de sus recursos.
Así, de una manera coloquial, desde hace un tiempo atrás
venimos sosteniendo la necesidad de “extender” esta figura de las APP a la
gestión pública. ¿Y qué implica exactamente esto? Permitir una mayor injerencia
del sector privado en la dirección y toma de decisiones en aquellas entidades o
agencias públicas que tengan un nivel de impacto directo en determinados
sectores de la economía.
Experiencias exitosas ya tenemos, y son los casos de
PromPerú y la Ventanilla Única de Comercio Exterior (VUCE), ambas adscritas al
Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, o de la Autoridad Portuaria Nacional
(APN), adscrita al sector de Transportes y Comunicaciones, que cuentan con
consejos directivos público-privados que han permitido una planificación y
ejecución eficiente de acciones en materia de turismo, comercio exterior y
desarrollo portuario, que inciden directamente en las operaciones del sector
privado. ¿Quién mejor que este para compartir con la administración pública las
experiencias y dificultades que viven en el día en día de sus negocios? ¿Qué
mejor para la administración pública que contar con el apoyo del sector
privado, y así mejorar y legitimar sus políticas públicas?
Si extrapolamos esta experiencia a otros sectores, veremos
que son muchas las agencias públicas que inciden directamente en ciertas
actividades económicas, pero que han demostrado un accionar y experiencia
alejados de la dinámica de los sectores bajo su ámbito de competencia.
El caso del sector farmacéutico es notorio. Sin ninguna
duda, podemos afirmar que no existe nadie que pueda desmentir que el nivel de
la agencia sanitaria en materia de medicamentos (Digemid) se encuentra muy por
debajo de lo que el sector necesita. Y ello tiene el agravante de que los obstáculos
que esto genera para la comercialización de medicamentos repercuten
directamente en la salud de las personas. Así pues, tanto Digemid como la
agencia sanitaria en materia de alimentos (Digesa), que sí ha venido mostrando
una evidente mejoría en su accionar a través de los últimos años, deberían en
primer lugar dejar de ser direcciones de línea del Ministerio de Salud y
convertirse en organismos públicos, lo que aseguraría los niveles de autonomía
necesarios para garantizar una actuación más eficiente.
Una vez dado este primer paso de reorganización
institucional, planteamos la conformación de consejos directivos
público-privados en ambas instituciones, para así canalizar las necesidades
públicas y privadas hacia un mismo objetivo, en beneficio del país en general.
Esta idea no es nueva, ya se ha dado antes y ha
demostrado buenos resultados. Hace unos años, existía dentro del sector
agricultura una Dirección General Forestal y de Fauna Silvestre, encargada de proponer
políticas, estrategias, normas, planes, programas y proyectos nacionales
relacionados con el aprovechamiento sostenible de los recursos forestales y de
fauna silvestre, que tenía al Instituto Nacional de Recursos Naturales (Inrena)
como su brazo ejecutor. Pese a la evidente riqueza de recursos forestales y de
fauna con los que cuenta el Perú, nunca hemos podido destacar en esta área, por
lo que, pensando en el fortalecimiento de la gobernanza en el sector, en 2011
se creó el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), adscrito
al Ministerio de Agricultura y Riego, que se constituyó en la autoridad
nacional forestal y de fauna silvestre al absorber las competencias de la
Dirección General Forestal y de Fauna Silvestre y del Inrena. Luego de cinco
años de este cambio, los resultados saltan a la vista.
Asimismo, un ejemplo más reciente del éxito de una
gestión público-privada lo podemos apreciar en las mesas de trabajo creadas por
el Ministerio de la Producción en el marco del Plan Nacional de Diversificación
Productiva. Si algún consenso generalizado ha conseguido este plan es,
precisamente, la labor de estas mesas, en las que públicos y privados se reúnen
periódicamente para trabajar en la solución de las trabas que pueden surgir en
determinados sectores económicos (forestal, acuícola, agroindustrial, textil,
entre muchos otros), y que han conseguido, en muchos casos y en poco tiempo,
resultados esperados por años.
Dado lo anterior, ¿por qué no seguir los buenos ejemplos
en materia de administración pública? Empecemos por Digesa y Digemid, y después
podremos ir incorporando otras entidades, como el Servicio Nacional de Sanidad
Agraria (Senasa), que nació con un consejo directivo público-privado, pero que
después fue cambiado por una jefatura designada por el ministro de Agricultura.
Corresponderá a la Secretaría de Gestión Pública de
la Presidencia del Consejo de Ministros evaluar el desempeño que vienen
teniendo las diversas entidades de la administración pública y lograr la
necesaria estandarización, en pos de una gestión pública de primer mundo.
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