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SOSTENIBILIDAD
T al como lo ha señalado el
Foro Económico Mundial en
su The Global Risks Report
2021, los riesgos ambientales
y climáticos serán de los más trascendentes
en la próxima década. Reducirlos resulta
cada vez más desafiante y la carrera
emprendida por diversos países contra el
cambio climático —de efectos devastadores,
si pasamos el umbral de incremento de
temperatura global de 1.5 ºC sobre niveles
preindustriales— es hoy contrarreloj.
En esa carrera contra el tiempo, el Perú
tiene un horizonte ya fijado: reducir hasta
un 40% sus emisiones al 2030 y alcanzar
la carbono neutralidad como país al 2050.
Y si bien todavía se ubica por detrás
de pares regionales como Colombia o
Brasil en el desarrollo de una economía
ambientalmente más sostenible, durante
el último año ha concretado importantes
avances para afrontar esa tarea pendiente.
La emisión exitosa del primer bono
sostenible por US$ 4,000 millones, a
finales de octubre de este año, es una
muestra del camino que empezamos a
transitar como país.
En ese arduo trabajo, es indudable que
nuestra industria financiera también ha
dado importantes pasos para mitigar y
reducir la huella ambiental directa de sus
organizaciones. Desde Credicorp, por
ejemplo, lo hicimos a través del BCP,
Pacífico y Prima AFP, compañías que
redujeron su huella un 50% durante
los últimos tres años. Ahora, tras casi
una década en dicha ruta, hemos
asumido como holding financiero la gran
responsabilidad de ser carbono neutral al
2032, una decisión que permitirá continuar
elevando la valla de sostenibilidad entre las
empresas e industrias del sector privado a
las cuales financiamos.
Y es que hoy los grupos referentes de la
industria financiera tenemos un rol central
que asumir. Como principal fuente de
inversión y financiamiento de distintos
negocios y sectores económicos, tanto
del país como de la región, tenemos la
responsabilidad de promover prácticas
sostenibles entre nuestros clientes y las
empresas en las cuales invertimos, que
contribuyan a la reducción de emisiones de
carbono en el país.
Sin ser una gran emisora directa, el
compromiso de nuestra industria resulta
indispensable para dar pasos firmes
alineados a los objetivos de desarrollo
sostenible. Si le vamos a pedir a
nuestros clientes y las empresas en
las cuales invertimos que transiten un
camino progresivo hacia la carbono
neutralidad, tenemos la responsabilidad
de liderar ese cambio con acciones
concretas que, además, contribuyan
a la consolidación del engagement de
nuestros clientes con negocios, prácticas
y economías más sostenibles.
En el mundo, grandes grupos financieros
como Santander y Citi también están
avanzando en ese “walk the talk”,
extendiendo sus compromisos para
garantizar la carbono neutralidad de sus
carteras. Porque los indicadores ESG
se consolidarán cada vez más como un
reflejo de la salud, la rentabilidad futura
y la sostenibilidad de largo plazo de una
compañía, independientemente de su país
de procedencia.
De cara a nuestros stakeholders internos,
la responsabilidad es igual de trascendente.
Por ello, el papel de los líderes de nuestras
organizaciones resultará fundamental para
transmitir a los colaboradores la necesidad
de trasladar prácticas sostenibles ya no
solo a su trabajo o a la reducción de la
huella ambiental de la organización a la cual
pertenecen, sino también a su actividad y su
vida fuera de ella.
En ese sentido, es indispensable
continuar desterrando el mito de que las
prácticas sostenibles son responsabilidad
exclusiva del área de sostenibilidad de las
compañías. Solo podremos asumir metas
tan ambiciosas como realistas si llegamos
a un entendimiento común y transversal a
los diferentes equipos de la organización
que nos permita cumplirlas. Porque la
experiencia nos ha enseñado que el camino
de la sostenibilidad y la carbono neutralidad
tendrá sentido siempre y cuando sea creíble.
Conforme nuestras organizaciones
avancen en la reducción de su huella de
carbono y de la de sus stakeholders, la
reducción marginal se hará cada vez más
difícil. Pero es responsabilidad tanto del
sector público como del privado asumir,
desde ahora, ese reto conjunto.
La industria
financiera tiene
un rol central
que asumir en
el desarrollo de
una economía
ambientalmente
más sostenible
NOVIEMBRE/DICIEMBRE 43