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PORTADA: SALUD
Pero todavía nos cuesta ponernos de
acuerdo sobre las transformaciones
que nuestro Estado requiere para
garantizarles a los ciudadanos la debida
protección en salud y la capacidad
de tener sistemas que contribuyan al
bienestar. Esta palabra no equivale a
depender de la solidaridad de otros;
al contrario, lo que debemos buscar
es hacernos más fuertes, productivos
y competitivos: el bienestar que nos
ayuda a ser menos dependientes, ese
que empieza por nuestra salud integral.
Contar con un sistema moderno
de cuidado integral de la salud es
imperativo, no solo para sortear las crisis,
sino, principalmente, porque si no nos
sentimos protegidos no vamos a poder
llegar más lejos. No podemos pensar
en la calidad de nuestras viviendas
o nuestra educación, ni podemos
seguir aspirando a desarrollarnos en
otros campos, mientras nos sintamos
vulnerables.
El mejor aprendizaje de esta crisis
es que el Estado no puede caminar
solo para reformarse, que debe tomar
decisiones y saber escuchar. Un gran
aprendizaje para los empresarios,
emprendedores y consolidados es que,
para poder colaborar con el Estado,
a veces tienen que reinventarse,
cuestionar sus modelos y usar la
innovación para seguir modernizando
el mercado cuyo centro —no podemos
olvidarlo— es la sociedad. Debemos
hablar más de familias y personas y,
cada vez menos, de consumidores.
Y, como sociedad, queda claro que
nuestros hábitos deberían también
reinventarse para adquirir otra mirada.
Un punto fundamental que debemos
identificar para empezar a cambiar
tiene que ver con el acceso de las
familias peruanas a un sistema de salud
integral, a partir de que integral significa peruano es muy competitivo, con más
multicausal, es decir, no solo atender
la enfermedad, sino principalmente
prevenirla y estar preparados para
cuando lo inminente ocurra.
Mucho se ha repetido que el gran
problema del acceso a medicamentos
por parte de los pacientes se debe
a las alzas de precios y los abusos
de las farmacias. Mucho se dice a
veces sin darle proporción y evidencia
a las afirmaciones. Sin embargo,
la percepción ciudadana importa y
debemos poder responder a ella con
la verdad, no desde el afán de generar
mayor popularidad, sino para resolver
lo que haya que resolver.
Un primer tema sobre el que Estado
y sector privado podemos conversar
mejor es cómo asegurar la oferta de
productos genéricos, dado que en crisis
como las de la COVID-19 la demanda
de estas medicinas en su versión más
económica se llega a quintuplicar. Una
causa relevante es que el 90% de la
población depende del sistema de
salud público (Minsa y EsSalud), por
lo que ese porcentaje que debió recibir
sus medicinas de manera gratuita
tuvo en realidad la necesidad de ir a la descargar al sistema nacional y, de
farmacia privada. ¿Por qué? Porque
el abastecimiento de medicamentos
por parte del sector público es aún
insuficiente para la demanda de
sus asegurados. Si no encuentro
mis medicinas gratis en el hospital o
posta, me voy a la farmacia y pido la
versión más barata posible, es decir
“genéricos”. Pero como la gran mayoría
opta por esta misma opción, estos se
agotan, lo que deja la sensación de que
solo se ofrecen los medicamentos más
caros, es decir, los de marca.
También se ha hablado mucho y sin
ninguna evidencia de que, en el Perú,
los precios de los medicamentos son
altos ¿Es esto cierto? Hoy el mercado
de 14,400 boticas entre cadenas (20%)
y boticas independientes (80%), lo que
ha significado que, según un reciente
estudio publicado por Ipsos, por tercer
año consecutivo, nuestro país tenga
los precios más bajos de la región, un
37% en promedio más baratos que
en el resto de Latinoamérica, inclusive
por debajo de países con control de
precios.
Lo anterior nos lleva a la conclusión
de que el Perú no tiene un problema
de precios de medicamentos, si no
de acceso y abastecimiento, con foco
en el sector público. ¿Qué podemos
hacer entonces? ¿Qué otros cambios
debemos implementar si empezamos
a identificar mejor los problemas? Una
experiencia que podemos aprovechar
es el programa de Farmacia Vecina
de EsSalud, el cual, a través de las
farmacias privadas, atiende a los
pacientes crónicos de la seguridad
social. Por ahora, este programa solo
está en Lima y para EsSalud, pero se
debería evaluar su aplicación en el
Minsa, y empezar por las poblaciones
vulnerables y a escala nacional.
Con estas iniciativas, contribuimos a
paso, a desarrollar soluciones a nuestra
medida, a fin de llegar con tratamientos
completos a tiempo, tanto en épocas de
crisis como de manera permanente.
El Estado se podría apalancar
en las eficiencias y fortalezas del
sector privado para que los grandes
beneficiados sean las familias, y esa no
es una medida solidaria, es una forma
de cuestionar nuestras propias reglas si
estas no nos ayudan a avanzar como
sector y como país.