Page 29 - Negocios internacionales

PORTADA: ECONOMÍA DIGITAL
a internet; así como que, por área de
residencia, en Lima Metropolitana, el
79.1% de la población uso´ internet. Un
dato sumamente interesante es que el
44.8% de la población que usa internet lo
hace exclusivamente por teléfono móvil
o smartphone (con un incremento de 9
puntos respecto de similar trimestre en
2018, según el INEI).
Resulta sumamente interesante
destacar que, recién a partir de 2016, el
INEI incluyó la variable de “acceso móvil
a internet” para el informe técnico de la
Enaho, con resultados que demuestran el
increíble crecimiento del acceso a través
de un smartphone. Esto, sin duda, tiene
relación directa con la economía digital
que vemos en nuestro uso cotidiano de
plataformas diversas como Easy, Cabify,
Uber, Beat y otros en el mercado de
solicitud de transporte, o Glovo, Uber
Eats, Rappi en el mercado de solicitud de
delivery, entre otros mercados. El impacto
de las redes sociales, su interacción y la
información en tiempo real, desde luego,
están generando impactos sociales sin
precedentes.
Teniendo en cuenta lo anterior, vemos
que la introducción, implantación y
adopción de las nuevas tecnologías ha
generado nuevas formas de entender la
realidad y de relacionarnos en sociedad,
tanto a nivel personal como a nivel
de nuestra propia economía. De esa
forma, los conceptos usuales sobre
relaciones humanas y las propias bases
de la economía social se ven, asimismo,
reconsideradas o reestructuradas.
Así, la economía digital, que podemos
entender como el uso de las redes,
plataformas e infraestructura de las
telecomunicaciones (internet, ISP,
industrias TIC, hardware, software,
servicios.) para generar riqueza,
distribuirla, y consumir bienes y servicios
que cubren las necesidades de la
sociedad, genera un ecosistema digital en
el que participan los usuarios, el Gobierno
y la sociedad civil a través del uso de
esquemas o modelos de intercambio
que usan plataformas digitales o redes.
Como ejemplos tenemos las economías
colaborativas, las plataformas digitales
y las comunidades de usuarios, que
generan nuevas formas de relacionarse
y derechos digitales derivados.
Uno de los esquemas en los que
hablamos de una economía digital son
los modelos de economías colaborativas,
también denominadas “capitalismo de las
masas” (sharing economy y crowd-based
capitalism). Su irrupción y adopción en la ecosistema digital de la mano de todos
sociedad genera una serie de cambios
que pasan por la maximización del
uso de un capital subutilizado (capital
individual), un crecimiento en los
mercados y la generación de nuevos
modelos de negocio basados en redes
sociales, en lugar de las formas usuales
de producción y consumo de bienes y
servicios de un esquema económico
convencional.
Si bien todo resulta atractivo,
considerando que ya es una realidad y
no solo un ejercicio teórico, es necesario que se ven revisados bajo el enfoque de
que esos cambios que ya han ocurrido,
vienen ocurriendo y seguirán haciéndolo,
tengan un correlato directo con nuestros
ordenamientos jurídicos. Esto demanda
un cambio de los paradigmas del
regulador al momento de aproximarse
a este fenómeno, situación que no
ocurre en nuestro país. Allí tenemos,
por ejemplo, los recientes proyectos de
ley para regular las “relaciones laborales
de trabajadores digitales”, así como
desafíos para la tributación en economías
digitales, regulación de movilidad
multimodal, regulación propuesta de
plataformas de solicitud de transporte,
entre otras medidas equivocadas.
Es urgente en nuestro país seguir
apostando y construyendo el
los actores que participan en él, sobre
todo, del Gobierno. El reto es grande,
especialmente cuando se considera que
en una economía digital se difuminan o
diluyen las distinciones clásicas entre
la actividad económica personal o
individual de la actividad profesional;
la relación laboral clásica del trabajo a
tiempo completo y el trabajo eventual;
la dependencia e independencia en la
prestación de servicios; la remuneración
y la contraprestación; la tributación y los
retos que implica, entre otros esquemas
la economía digital. Por tanto, se hace
urgente el cambio de paradigmas en el
regulador, el funcionario y, desde luego,
en el mismo ciudadano, que es quien
finalmente cumple los roles anteriores.